De Valencia a San Francisco para enseñar que la música salva
El español Javier Martos Carretero tiene una extensa trayectoria en instituciones de renombre internacional. El talento describe su carrera, pero también la humildad que nunca dejó. Creció en un barrio golpeado por la droga y vio cómo la música fue la salida para muchos "pibes". De allí, su defensa de la cultura como obligación del Estado. "Toda ciudad debería tener una banda sinfónica u orquesta", asegura.
En tres sesiones maratónicas, el plantel de instrumentos de vientos de metal de la Banda Municipal de Música de San Francisco se capacitó con el músico y profesor valenciano radicado en Córdoba, Javier Martos Carretero. Pero el aprendizaje fue mucho más allá de la riqueza de sus conocimientos.
Para el bombardino solista del Teatro del Libertador San Martín y director de la Escuela Hispanoamericana de Música Antigua en Córdoba, "toda ciudad debería tener una banda sinfónica u orquesta, porque la riqueza de un lugar no es el dinero sino su cultura".
El entusiasmo se adueña de sus palabras y lo invade como cada vez que cuenta su historia. Su niñez trascurrió en Valencia, España, en un barrio "peligroso" donde los jóvenes estaban entregados al `caballo´ (la heroína)" y la música -y el metegol- los salvó.
De allí, el mensaje que Martos Carretero predica para "hacer algo por los pibes" y pensar la música como un camino para mejorar la vida de esos jóvenes, es un ideal que no abandona y acompaña su carrera.
Javier Martos Carretero entrenó a "los cobres" de la Banda Municipal de Música de nuestra ciudad
"Cuesta romper las barreras"
En la búsqueda de la armonía entre los instrumentos, Martos Carretero detalló que "ningún equipo de fútbol u organismo funciona si no es en equipo. El director es el arquitecto de todo el edificio que es la orquesta y los músicos son esa estructura que debe consolidarse para que todo se mantenga en pié".
La respiración, la postura, mirar al compañero del lado, hace a la armonía de una orquesta. "Tocar rígido no sirve, porque el cuerpo no entiende de durezas. Sí entiende de flexibilidad, que estén todas las partes blandas pero controladas", afirmó el músico.
"Tenemos que conseguir máxima flexibilidad con mínima tensión y el músico siempre tiene máxima tensión para conseguir un punto".
Entrenar a otros para Martos Carretero no es fácil, ya que
se siente un extranjero no solo por ser de otro país sino también por
encontrarse con una orquesta consolidada, con sus códigos y reglas.
"Cuesta romper las barreras, ya que me miran raro, como diciendo: '¿Qué me viene e a contar, habla raro -por su pronunciado y cerrado español- y qué me va a decir si yo soy profesional?'. Entonces, trato de embaucarlos, engatusarlos y cuando ya creen en ellos y en mí, les introduzco mis conocimientos´.
El lenguaje del otro
La música, considerada lenguaje universal de las emociones, alude a la inmensa diversidad lingüística del mundo. De España a la Argentina, entre tangos y pasodobles, para Martos Carretero "la música es parecida. Uno puede pensar que el tango no es lo mismo que el pasodoble y en realidad la base es la misma, proviene de la Europa del siglo XVI. El corte se hizo cuando la música pasó de la iglesia al pueblo y allí se le agregó lo suyo".
Entre pares en una orquesta o banda, reconocer el lenguaje del otro hace posible también la armonía musical. "A la hora de tratar con compañeros dentro de una orquesta, pensamos que hablamos el mismo lenguaje y en realidad no lo hacemos. Mientras que algunos nos entendemos con la mirada, otros prefieren el tacto. Lo importante es entender el lenguaje del otro".
"La riqueza de un lugar no es el dinero sino su cultura. Invertir en cultura, es invertir en el futuro de los niños".
El valor de la banda municipal
El bombardino solista del Teatro del Libertador San Martín y director de la Escuela Hispanoamericana de Música Antigua en Córdoba comentó que "toda ciudad debería como mínimo, tener una banda sinfónica u orquesta, porque la riqueza de un lugar no es el dinero sino su cultura. Invertir en cultura, es invertir en el futuro de los niños", sostuvo.
Martos Carretero hizo un paralelismo con la Valencia donde vivió su infancia. "En aquellos tiempos en Valencia, luego de la muerte del dictador Francisco Franco, mi barrio Benimaclet era muy peligroso. Los jóvenes estaban entregados al `caballo´(la droga llamada heroína) y la única vía de escape era la música y el metegol. De allí, salió una generación de músicos que encontró en los instrumentos la forma de jugar y nos salvó la vida", concluyó.
Javier Martos Carretero, el hombre y el músico
En 2010 conoció a su esposa en Valencia, una ingeniera química santafesina radicada en España. Ya juntos, vivieron en Canadá y luego se radicaron en la ciudad de Córdoba, en la Argentina, donde Martos Carretero logró su lugar en el Teatro del Libertador San Martín y fue director de la Escuela Hispanoamericana de Música Antigua en Córdoba.
En su faceta como docente y miembro de bandas sinfónicas, ha sido profesor de trombón y tuba en distintas escuelas de música y conservatorios de Valencia y Mallorca, formando parte de cuadros de mando del Cuerpo de Músicas Militares de las FAS del Reino de España.
Tiene una vasta trayectoria académica, con formación en la Universitat de València, Universitat de les Illes Balears, Conservatori Superior de Música "Salvador Seguí" de Castellón y Escola Superior de Música de Catalunya.
Reconocido por su experiencia y versatilidad musical, es requerido para participar en conciertos y grabaciones en distintos países del mundo y dicta conferencias en conservatorios y universidades de España, Sudamérica y Canadá .