Cuando las cordobesas se adueñaron del tango
Un compadrito fanfarrón guarda el cuchillo y empuña el pañuelo. El tango cambia para siempre culpa de Pascual Contursi. El mejor heredero de esta nueva poesía es su hijo, José María, que escribe soñando y también viviendo en carne propia los desvelos que generan dos cordobesas.
Por Manuel Montali / LA VOZ DE SAN JUSTO
Hay bastante consenso sobre el apellido Contursi, en particular cuando va asociado al nombre Pascual. A él se atribuye la alquimia de cambiar el tango fanfarrón y picaresco, el tango prostibulario, por el tango canción de poesía y sonido melancólico. "Percanta que me amuraste en lo mejor de mi vida, dejándome el alma herida y espina en el corazón"... Esos son los primeros versos de "Mi noche triste" (música original de Samuel Castriota), con los que se empieza a escribir el cancionero oficial del nuevo tango, en el que el compadrito no farolea y muestra que los hombres pueden llorar por desamor.
Cosas de familia, el hijo de Pascual, José María, "Katunga", heredó la poesía junto con el apellido. Él le puso letra a una leyenda de las noches míticas del célebre "Marabú", y con música de Pedro Laurenz se convirtió en uno de los grandes éxitos del dos por cuatro. Cuenta la historia que una cordobesa había empezado a trabajar en el cabaret como copera y allí inició una relación sentimental con un mozo habitué entre la concurrencia. La dulzura se cortó cuando una noche apareció un segundo hombre que fue directo hacia la mujer y comenzó a maltratarla. Alguien quiso interceder, pero el agresor levantó una libreta: la libreta de casamiento que lo unía a la mujer. A la rastra, se la llevó de regreso a Córdoba.
Le tomó algunos años, pero el mozo descorazonado decidió ir a recuperar el amor perdido. Cuando al fin localizó a la mujer, atendiendo un almacén, la vio tan cambiada y avejentada que su desilusión llegó hasta los versos de José María Contursi: "Y ahora que estoy frente a ti parecemos, ya ves, dos extraños...".
Lo curioso es que el retoño de Pascual vivía su propia historia de tango desde unos años antes de componer la canción previa, también por culpa de una cordobesa. En 1935, cuando tenía 24 años, había conocido a una jovencita de 15 años, Susana Gricel Viganó, cuando ella viajó desde su casa en Capilla del Monte hasta Buenos Aires, invitada por Nelly Omar, a quien la acompañó a un espectáculo en vivo en Radio Stentor, cuyo locutor era precisamente "Katunga".
Unos tres años después de ese primer "flechazo" rayano a lo ilegal, José María contrajo una enfermedad para la que, en aquellos años, recomendaban buenos aires, pero de las sierras de Córdoba. Nelly Omar supuestamente le sugirió una hostería de Capilla del Monte... la hostería de la familia Viganó. ¡Sorpresa! A la sombra del Uritorco se reencontró con Susana Gricel. Pero la dulzura aquí también se cortaría pronto: José María -a pesar de gustarle la noche, el alcohol y el escolaso- era marido y padre. Cuando ya no pudo poner excusas a su salud, tuvo que volver a la ciudad de Buenos Aires. Además, a sus "suegros" de provincia tampoco les hacía mucha gracia que su niña se involucrara con alguien casado. Gricel formaría luego otra pareja y tendría una hija.
La depresión de este ex dandy porteño tomó forma en "Quiero verte una vez más", "En esta tarde gris" y sin dudas en "Gricel", otra joya del cancionero tanguero que ha traspasado géneros y tiene versiones hasta de Luis Alberto Spinetta y Fito Páez. La misma historia contada una y otra y otra vez. La misma noche triste. Como diría Joaquín Sabina, aprender a olvidar puede costar 19 días y 500 noches.
Pero el tango nostálgico iniciado con la tradición de Pascual Contursi, excepcionalmente, suele tener algún final distinto. No del todo feliz, pero distinto. Para 1962, José María llevaba unos años de viudez. En Capilla del Monte se presentó un personaje del ambiente, Ciriaco Ortiz (cordobés, bandoneonista y el mejor contador de chistes en las noches porteñas: de su víctima preferida, Edmundo Rivero, decía que, a las dos semanas de nacer, su madre ya lo había puesto en segundo grado; que de chico jugaba a los trencitos... en Retiro; que había compuesto un tema llamado "Mi rostro" y duraba más de tres horas; que el dentista no le emplomaba las muelas, sino que se las asfaltaba). Él fue quien ubicó a Susana, a Gricel, que también estaba sola por el abandono de su pareja.
Las noticias volaron. Y no fueron dos extraños cuando se reencontraron en Buenos Aires. José María tenía la salud deteriorada por tantas noches tristes y sus derivados. Decidieron radicarse en los buenos aires de Córdoba. Se casaron en 1967 y vivieron juntos en Capilla del Monte hasta el final, no mucho después, en 1972, cuando falleció "Katunga". ¿Final triste?, ¿final feliz? Lo cierto es que no fue un final digno del tango trágico de los Contursi. Como se concluye en Los Simpsons: fue un final y basta.