Cuando la corrupción mata
El viaducto derrumbado es hoy en Italia uno de los sinónimos de la corrupción en la contratación de obras públicas. Comprueba la frase de que la falta de escrúpulos de algunos gobernantes y empresarios termina matando gente. Y es ineludible la vinculación con el agitado momento derivado de las revelaciones que están produciéndose en nuestro país.
En medio del escándalo que día a día
sorprende a los argentinos por las denuncias y confesiones relacionada con la
contratación de la obra pública en los últimos años, el mundo se vio sacudido
por la noticia de la caída de un viaducto en la ciudad italiana de Génova. En
el dramático hecho han muerto casi 40 personas y varias decenas más sufrirán
consecuencias físicas de por vida. Las imágenes dramáticas del suceso han sido
observadas en todo el mundo, por lo que se ha conmocionado a la opinión pública
mundial.
¿Qué relación tiene la causa denominada de los cuadernos en nuestro país con el derrumbe trágico del puente genovés? La respuesta se puede resumir en el título de esta columna editorial. La corrupción es asesina. Porque destierra la posibilidad de control de calidad de la obra pública y porque termina generando una infraestructura débil que al poco tiempo se vuelve obsoleta y peligrosa.
El viaducto que cayó en Génova fue construido en 1967. Se entiende que la vida útil de una obra de semejante envergadura es de más de 50 años, por lo que por allí no puede buscarse la causa del desastre. Salvo que se hiciera caso omiso de las advertencias de especialistas e ingenieros sobre fallas estructurales que habían aparecido hace tiempo, como consecuencia de la debilidad de los materiales empleados en su construcción. Esto remite, ineludiblemente, a que aquellas falencias se deben a un sistema de contratación de obra pública corrupto, puesto en escena hace 20 años cuando se produjo el denominado "mani pulite" que terminó encarcelando a prominentes dirigentes políticos y empresariales.
Esto se comprueba porque el viaducto derrumbado es el décimo puente que cae en Italia en los últimos cinco años. Y todos sufrieron similares fallas en su estructura, producto de la mala calidad de los materiales empleados así como de la escasísima tarea de conservación. La comprobación más trágica de que la corrupción es asesina aparece aquí en toda su dimensión. Y estamos hablando de la tercera economía de Europa y una de las principales potencias del mundo que supo resurgir de la Segunda Guerra Mundial con un imponente y modernizador programa de infraestructura -especialmente vial- en todo su territorio.
La lógica indica que hechos parecidos podrían suceder en nuestro país con similares terribles consecuencias. Pero también obliga a profundizar la mirada sobre las obras de infraestructura que se han llevado a cabo durante los últimos 20 años. Algunas de ellas, como muchas rutas en varias provincias, hoy exhiben un deterioro tan evidente como sospechoso. Aquello de no cumplir con las exigencias de calidad y de privilegiar los "retornos" asoma como un indicio fuerte en muchos casos.
El viaducto derrumbado es hoy en Italia uno de los sinónimos de la corrupción en la contratación de obras públicas. Comprueba la frase tan escuchada de que la falta de escrúpulos de algunos gobernantes y empresarios termina matando gente. Es ineludible, entonces, la vinculación con el agitado momento derivado de las revelaciones que están produciéndose en nuestro país.