Cruzó la frontera entre Estados Unidos y México todos los días para ir a la universidad
Leo Sánchez acudía a la Universidad de California, en San Diego. Incluso sus padres fueron deportados. Diariamente hizo cola y estudió en ese lapso para graduarse en Ciencia Cognitiva.
León Sánchez no dejó que la deportación de sus padres lo frenara de cumplir su sueño de culminar sus estudios universitarios en EE.UU., incluso aunque ello significara madrugar todos los días para cruzar la frontera desde México.
Hace cuatro años, justo dos semanas antes de iniciar clases en la Universidad de California San Diego (UCSD), recibió una llamada que le cambió la vida.
"Ven porque ya me agarraron", le dijo su padre, según recuerda el joven en declaraciones a EFE.
Cuando llegó, su casa en San Diego estaba rodeada de agentes de Inmigración, quienes le informaron que sus padres, con más de 20 años viviendo en EE.UU., habían sido detenidos y dado que ambos tenían una orden de deportación "no había nada que pudiera hacerse".
Su padre, que tenía un negocio de jardinería, le pidió que se hiciera cargo de los trabajos que tenía programados para el resto del día, pues sospechaba que en cuestión de horas sería deportado a México.
Desde chicos, tanto León como sus tres hermanos, hoy de 14, 18 y 25 años, ayudaban a su papá en el oficio.
Orgullo familiar
Los hermanos, todos ellos ciudadanos estadounidenses, optaron por mudarse con sus padres a México, pero no dejaron sus estudios en San Diego, al sur de California, y de la noche a la mañana tuvieron que adaptarse a una rutina que implicaba despertar todos los días a las 3.30 de la madrugada para hacer la larga fila en la garita fronteriza, en cuya espera él aprovechaba para estudiar.
León Sánchez no quiso abandonar el negocio de la jardinería, al fin y al cabo el sostén familiar y con el que pagaba la universidad, así que por cuatro años combinó los estudios y el trabajo.
Hoy, tras cuatro años de madrugones y esfuerzos, el joven se graduará de la carrera de Ciencia Cognitiva, en una ceremonia que tendrá un tono agridulce, pues aunque lo acompañarán sus hermanos y tíos, sus padres no podrán estar presentes.
"Estoy contenta, muy feliz y orgullosa de mi hijo, pero a la vez triste por no poder estar allá", confesó a EFE vía telefónica Acacia Reyes, la madre del universitario.
La mujer lamenta los momentos que ha perdido con sus hijos a causa de la deportación, aunque está satisfecha de ver cómo han sobrepasado los obstáculos durante estos años en los que vio a su hijo "entusiasmado, pero muy cansado", si bien nunca dejó que la rutina lo desalentara.
Fuente: La Voz