Cristina y “Cacho”, un amor cruzado por puro folclore
Se conocieron en una clase de baile y entre cada coreografía los sentimientos solo fueron fluyendo. La vida los juntó, el folclore consolidó el amor y son dos elementos sin el cual no serían ellos mismos.
En el folclore las parejas se miran y hacen una magia solo a través de los movimientos que indica la danza. Así fue siempre y ahora también, de ahí surgen muchas historias y entre ellas se rescata la de Cristina Escudero y José Alberto Carballo (ambos de 69 años).
Sus nombres son harto conocidos porque son directores de la Escuela Municipal de Danzas pero también un matrimonio particular que se gestó muchos años atrás entre baile y baile.
Se conocieron muy jovencitos, siendo apenas unos adolescentes y con el tiempo pasaron de ser compañeros de baile a una pareja cuya afinidad trascendió a la danza y se instaló como el folclore en sus corazones.
"Teníamos unos 13 años cuando nos conocimos en un grupo de baile al que me llevó mi mamá - contó Cristina que empezó a recordar viejas épocas - y ahí conocí a 'Cacho' pero no fue inmediato lo que surgió".
Como
el primer día Cristina y José Alberto siguen renovando el folclore desafiándose
de forma profesional y personal pero siempre con amor.
Eso que surgió se llamaba amor y pasaron varios años hasta que decidieron trascender las fronteras de una simple amistad para ser una pareja, y no solo de baile. Con el tiempo la fusión que formaron le dio nacimiento a una familia con tres hijas que siguieron sus pasos y otra "adoptiva" de bailarines a los que durante dos generaciones a veces les han enseñado.
Eso también se llama amor, porque entre Cristina y José puede hablarse tranquilamente de sentimientos que surgen entre las personas pero también de otros que los unen con la danza a la que le han dedicado su vida y que gran parte de ella transcurrió en la escuela de la municipalidad.
Viejo amor
A diferencia de lo que a veces pasa en la vida real y que es un cliché en las novelas, entre ellos dos no hubo flechazo sino algo que como la música y la danza fue sucediendo de forma lenta y paulatina.
Tenían 13 años y se encontraron gracias al folclore en un grupo de danza al que ella llegó porque su mamá decidió enviarla. José ya estaba ahí y de cuando en cuando les tocaba bailar juntos.
No pueden explicar bien cómo y cuándo fue que las cosas fueron cambiando pero sí afirmaron que "nació porque pasaban mucho tiempo juntos y tenían afinidad entre ellos" más allá de la danza.
"Bailamos juntos cuatro años hasta que pasamos de ser amigos a novios, surgió de tanto bailar y de pronto fue convirtiéndose en otra cosa. Pasamos de pareja de danza a novios y luego nos casamos", coincidieron mientras charlaban con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Agregaron que cuando inició la relación tampoco se casaron rápidamente sino que estuvieron 5 años siendo pareja de baile y de vida hasta que decidieron dar otro gran paso.
Hasta su casamiento fue particular porque no hubo vals como habitualmente se estila sino folclore: "Cuando nos casamos en la fiesta nosotros bailamos la zamba '7 de abril' que la interpretaron con el apoyo del grupo Los estrelleros".
La pareja y la docencia
El año 1972 para este dúo fue especial porque se casaron y a la par fueron consolidándose como la pareja de baile "Escudero - Carballo". Además, como profesores dieron vida a una escuela de danza privada que les permitió hacerse populares en el ambiente.
Con el tiempo recibieron un llamado del mismísimo intendente de facto Carlos Dietrich ofreciéndoles algo que cambió sus vidas en lo personal y profesional: "Desde 1979 nos hicimos cargo de la dirección de la Escuela Municipal y ya llevamos 40 años al frente. Ese año nació nuestra primera hija, yo di clases hasta las 22 y Natalia nació doce horas después".
Conforme pasaron los años, Cristina y "Cacho" trasladaron su pasión por la danza a sus hijas Natalia, Carolina y Anahí. Ésta última que vive en Buenos Aires donde dirige la primera compañía de tango entre mujeres. Así se puede decir que el folclore "parió" una familia que "en su ADN también tiene al baile".
Si se observa un poco más allá, también el baile, su dedicación y amor les permitió conducir y "dar vida" al Ballet Patria, un espacio de danza por el que todo bailarín en la ciudad quiere pasar.
"Nosotros creamos, criamos al Ballet y fue muy difícil dejarlo. Un día decidimos que ya no podíamos seguir al frente porque requería mucha dedicación y trabajo, era exigente y ahí nosotros notamos el paso de la edad y entendimos que antes de fallar era mejor alejarnos", describieron en un momento donde incluso a Cristina se le cayeron unas lágrimas que eran imposibles de contener.
El folclore cambió, ellos no
Cristina y José Alberto coincidieron que el folclore de hoy no es el mismo de la primera época en que ellos comenzaron a incursionar en su práctica. Dejó de ser "puro" para combinarse con otras danzas y crear coreografías que levantan siempre un poco de polémica para los clasicistas.
"Pasamos de un folclore muy tradicional como el que hacíamos nosotros donde no se conocían ensambles con danza jazz o clásica a tener que adaptarlo a las nuevas normas introduciendo regionalismos y estilización que ahora tienen mucha relevancia", afirmaron.
De hecho, cambió la perspectiva de ellos como docentes y el abordaje que hacen con quienes se acercan a aprender sobre la técnica. "Grupos como Los Nocheros o Soledad atrajeron el interés de otros jóvenes por la danza que antes no sucedía porque los chicos concurrían por decisión de sus padres y después de un tiempo dejaban", enfatizaron.
El impacto es tanto que incluso esta nueva etapa ha despertado no solo interés sino también "respeto" por quienes los ven bailar y admiran la dedicación de los bailarines, además de la perseverancia de este matrimonio en perfeccionarse y mejorar sus trabajos diariamente.
Eso sucede porque aquella pareja "Escudero - Carballo" sigue siendo la misma que se conoció hace tantos años, una enamorada de la danza que ambos eligen compartir como profesión y motivación en su vida.
Amor, folclore y casa
En el hogar de esta pareja el folclore claramente no falta. Se levantan temprano a armar cómo será cada día de enseñanza. Ponen el ojo en el estudio y el perfeccionamiento de las coreografías y de cuando en cuando terminan riendo mientras las practican en algún rincón de su casa.
De eso no se han cansado, por eso no se pusieron a pensar si hay una fecha de caducidad en la docencia, eso sí reconocieron que "hay que estar actualizado porque siempre hay nuevas expresiones que surgen, ya que al contrario de lo que se piensa el folclore es algo vivo".
"Cacho" lo resume de una forma sencilla: "¡Sabrá Dios! No nos pusimos una fecha, lógicamente en algún momento hay que dejar porque hay gente con nuevas ideas y proyectos. Vamos a ir de a poco dejando una parte pero no totalmente y a lo mejor ni los profesores se dan cuenta pero está sucediendo", acordaron.
Un amor no tiene edad pero no en referencia a lo físico sino a los sentimientos que unen a las personas. El de "Cacho" y Cristina está tan intacto como cuando decidieron dar un paso más allá de la amistad y compartir la vida, una a la que no conciben sin el folclore.
Como
una gran familia. La pareja dirige la Escuela Municipal de Folclore, que acaba
de cumplir medio siglo de vida