"Con el aborto no hubo un diálogo democrático sino que hubo una puesta en escena"
Así lo señaló el escritor Agustín Laje, en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO en la previa de la conferencia que, en estos momentos, brinda en la Sociedad Rural, donde presenta "El Libro Negro de la Nueva Izquierda", que escribió junto a Nicolás Márquez.
El escritor y licenciado en Ciencias Políticas, Agustín Laje, de
visita en nuestra ciudad, señaló que "con el aborto no hubo un diálogo
democrático sino que hubo una puesta en escena".
Lo hizo en la previa de la conferencia que brinda en estos momentos en la Sociedad Rural de San Francisco ante unas 400 personas, en la que presenta su reciente trabajo publicado en 2016, "El libro Negro de la Nueva Izquierda", que escribió junto a Nicolás Márquez.
Allí aborda los nuevos desafíos culturales actuales como el aborto, el feminismo radicalizado, la ideología de género y los lobbys del Lgtbq.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, Laje afirmó que al debate por la despenalización del aborto en la Argentina "le falta diálogo democrático en el cual todas las voces puedan ser escuchadas en la misma medida".
Por otro lado, explicó las razones que lo llevan a combatir la ideología de género y por qué piensa que el feminismo radicalizado contemporáneo no es igual que el feminismo de los orígenes.
Desde la organización informaron que unas 400 personas estuvieron presentes en la conferencia de Agustín Laje
- ¿Por qué combate la ideología de género?
El combate contra la ideología de género es cultural y se produce porque su raíz es autoritaria. La ideología de género es completamente antiliberal, no se propone sino que se impone, no existiría de no ser por contar con el respaldo del Estado, que es la organización que monopoliza el uso de la fuerza y respalda todo lo que tenga que ver con eso. La ideología de género dice que una persona sexualmente está construida y que para liberarse de esas construcciones artificiosas, opresivas, necesita de operaciones deconstructivas. Afirma que solo deconstruyendo la sexualidad podemos ser verdaderamente libres, porque en última instancia, lo que define la realidad pasa a ser la autopercepción. La ley de identidad de género en la Argentina en una palabra dice que la realidad está definida no por lo que la realidad es, sino por lo que cada persona diga que su realidad es. Eso está muy bien en el sentido de que cualquiera debería tener la libertad de autopercibirse como tenga ganas, como una mujer o como un hombre, el problema es que esa ley genere obligaciones en los demás en cuanto a que esas personas deben percibir a una persona determinada, como esa persona se autopercibe. Aquí entonces ya hay un problema con la libertad. Hay un ataque sistemático contra las libertades fundamentales que está encubierto con palabras lindas como inclusión, diversidad, tolerancia y pluralidad.
- ¿Cómo define al feminismo actual y qué diferencias tiene con el movimiento de los inicios?
El feminismo contemporáneo ha dado vida a la ideología de género. Comenzó desde la década del '50 con Simone de Beauvoir a la cabeza hasta hoy, a explicar el sometimiento de la mujer en función de la variable del género, que es una variable cultural, sociológica.
Ese feminismo ha terminado por decretar que el género basta para explicar la totalidad de la sexualidad humana y ahí es donde se trasforma en ideológico. Esto no tiene nada que ver con el feminismo original, el de las sufragistas, por ejemplo. Hay una diferencia ontológica que refiere justamente al ser de las cosas. En los fundamentos del ser hay una diferencia que es que en las feministas originales entendían a la mujer como un sujeto natural, la femineidad, el ser mujer estaban natural y biológicamente determinados. Entonces había una reivindicación de la mujer en tanto que mujer, no en tanto que construcción artificial de un sistema que la hace ser algo que ella no es. Las sufragistas que eran liberales, apelaban a la mujer como un sujeto sexuado, determinado por su sexo; hoy la sexualidad no determina, lo que oprime es el género que es el que debe deconstruirse para ser libres de las imposiciones culturales.
- ¿Cómo analiza el debate del aborto en nuestro país?
No hubo un diálogo democrático. No fue un debate real sobre el aborto sino que hubo una puesta en escena porque no había equilibrio de representatividad en los medios de comunicación, equilibrio de las voces de difusión que buscaban argumentar en el Congreso. Iba un genetista a explicar por qué la vida empezaba desde la concepción o por qué el proyecto de ley era inconstitucional y no nos enterábamos; ahora iba Florencia de la V a contar su historia de vida y todo el mundo hablaba de eso y estaba toda la semana en los medios. Acá no hubo un debate, hubo una farándula muy bien instrumentalizada por el poder mediático que fijó una posición que ganó a grandes sectores de la juventud y maquilló una opinión publicada de una opinión pública.
- ¿Por qué cree que se planteó este escenario que describe?
Existe un interés geopolítico del aborto que utiliza como 'idiotas útiles' a las feministas y del cual nadie habla y es que el aborto es un mecanismo de colonialismo demográfico biológico. Hoy el aborto es un ajuste biológico, es algo público porque la CIA en 1974 recibió el informe Kissinger donde aparece el problema de la superpoblación en el tercer mundo y como el aborto, entre otras cosas, podía mitigar los riesgos para el primer mundo de esa superpoblación que comenzará a complicarlos en términos de inmigración, contaminación y agotamiento de los recursos naturales. El aborto contiene una serie de intereses geopolíticos que están a la vista de todos, solamente que nadie los quiere ver. Hay una militancia a la que se la engaña con un discurso feminista bajo el cual se les dice que es el derecho de decidir sobre su cuerpo, de tomar los medios de reproducción.
- ¿Este debate causó otra grieta?
En la Argentina salimos de una grieta que fue la del kirchnerismo y antikirchnerismo y pasamos a otra grieta que está planteada como pro aborto - pro vida. Es una grieta que es inevitable cuando hay un valor tan absoluto como el de la vida, son posiciones irreconciliables. El problema fue que la clase política introdujo demagógicamente este debate para tapar problemáticas económicas y obviamente respondiendo a intereses foráneos. Es una grieta que llegó para quedarse por lo menos por un par de años, el aborto no se aprobó pero la lucha cultural sigue más vigente que nunca, se ve en las calles con quienes usan pañuelo verde y con quienes no usan ningún pañuelo porque el celeste no se ve. Hay gente que han golpeado en la calle por tener el pañuelo celeste. Hay un sector que es violento en la grieta y otro que no. Cada conferencia que voy a dar hay un escrache y hay violencia, en cada conferencia de los pro aborto o de ideología de género nadie va a molestar, simplemente no van.