Con casi un siglo de vida, tres negocios siguen alimentando la memoria histórica de la ciudad
Con el cierre de Calzados Pinocho son cada vez menos los negocios que superan los 70 años de vida, pero con ellos también sigue vigente el motor del crecimiento tradicional que identificó a San Francisco desde sus orígenes.
Ivana Acosta
El anuncio del inminente cierre de Calzados Pinocho, firma emblemática de San Francisco, invadió de nostalgia a más de uno. Cada vez son menos los negocios que tienen el peso de la historia de la ciudad en sus cimientos, pero hay un puñado de ellos que sobreviven, aunque con fachadas más modernas o a cargo de otras personas o generaciones, manteniendo la impronta de los años de oro del comercio.
Por si acaso usted diera una vuelta por el centro o sus alrededores descubriría arquitectura inspirada en viejas épocas, pero son pocos los que se detienen a pensar en los nombres, los años que hace que funciona un negocio y su supervivencia en el tiempo. Es recién cuando por alguna causa bajan las persianas que se cae en la cuenta de todo esto.
Quizá el primer nombre que viene a la memoria de las personas sea Confitería La Palma, que nació en 1926, pero también subyacen aunque en distintos rubros los negocios de Casa González y Casa Godino.
Confitería La Palma tiene 93 años de vida y es una marca registrada a muchos kilómetros más allá de los límites de San Francisco. El segundo lleva 77 años siendo sinónimo de elegancia en la vestimenta para caballeros, mientras que Casa Godino (ex Ripamonti) es el corralón con mayor antigüedad y aunque cambió de nombre sigue trabajando desde hace 127 años.
De Ripamonti a Casa Godino
Corría el año 1892 cuando Faustino Ripamonti llegó a San Francisco para inaugurar una nueva tienda que se sumaría a la existente en aquel tiempo en Rafaela. De acuerdo a lo relatado en el libro "Los 130 años de San Francisco", editado por LA VOZ DE SAN JUSTO, lo hizo en sociedad con Amatore Botturi y José Repossi y juntos le dieron vida a lo que en esa época se llamaba casa de ramos generales.
Este emprendimiento funcionó con este nombre hasta el año 1934, época en la que el negocio fue adquirido y continuado por Atilio Godino. Así pasó a llamarse "Casa Godino" y sin cambiar la esencia con la que nació tomó como base esa solidez comercial para ampliarse con los años.
En la actualidad, Miguel Armando, nieto de Atilio, es quien tiene a su cargo este lugar que con ese nombre trabaja desde hace 84 años.
Desde sus inicios fue un lugar donde se podía conseguir todo tipo de elementos para hombres con trabajos vinculados a lo agrícola. Después se orientó a la ferretería general e industrial transformándose en un punto de referencia amplio y característico de la esquina de las calles Vélez Sarsfield e Iturraspe.
Hace 84 años que Casa Godino es el sitio de referencia de la esquina de Vélez Sarsfield e Iturraspe, pero su origen está en realidad en 1892
Casa González, el lugar para los hombres
Este año Casa González cumple 77 años. Se trata de un emprendimiento comercial que hoy tiene al frente a dos hombres que en su momento fueron empleados pero que se quedaron no solo con la sociedad sino con la identidad de este lugar, sitio obligado para todo caballero de buen vestir en la ciudad.
Durante 64 años, el negocio estuvo ubicado en Bv. 25 de Mayo a metros de la esquina con Colón, pero ya van a hacer 13 años que un local moderno es la sede sobre Pasaje Lisandro de la Torre.
"Casa González surgió en 1942 como una sociedad entre Ángel Brusaferri, Domingo Bogliotti y José Luis González; en marzo cumplimos 77 años como casa exclusiva de ropa para caballeros. Es uno de los pocos negocios que quedan con un rubro", contaron sus propietarios Hugo Marengo y Víctor Hugo Boero a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Inicialmente fueron empleados de esta firma de la que hoy son dueños y a la que eligieron mantener con su estilo y nombre original. "Yo entré en el '62 - dijo Hugo - y mi socio en el '72. Después de eso, en 1974 nos permitieron entrar como socios y para eso nos indemnizaron y capitalizamos el dinero acá, para los dos fue un gran avance", relató Marengo.
El año en que volvió la democracia al país - 1983 - Marengo y Boero dejaron de ser socios para pasar a ser además los dueños del local y hasta el día de hoy siguen siendo las caras visibles del lugar donde todos los hombres alguna vez fueron a comprar.
Esa perdurabilidad los hizo reflexionar sobre el principal motivo por el cual aún tienen vigencia: "Pensamos que nos mantuvimos en el tiempo porque siempre nuestro sello fue trabajar con mercadería de calidad, confecciones buenas y hasta hoy nos sigue la clientela".
Casa González tiene 77 años de vida y hoy tiene al frente a quienes alguna vez fueron sus empleados (Fotos: Marcelo Suppo)
La Palma, emblemática confitería
Desde hace 93 años, Confitería La Palma es el sitio representativo del centro de la ciudad. Por sus instalaciones pasó desde el vecino más desapercibido al político más importante que visitó San Francisco.
Su elegancia y recetas auténticas hicieron que todos sus productos fueran de alta calidad y trascendieran los límites locales para ser conocidos en el país. De ese éxito que hoy tiene al frente a la familia Colombatti, es responsable un pastelero de apellido Romano que llegó en 1926 a la ciudad interesado en poner este negocio.
Dos años después, una tragedia sucedida allí enfrente lo impulsó a dejarlo y venderlo. Tras pasar por períodos de administraciones cortas, los Colombatti se hicieron del negocio y lo llevan adelante generación tras generación hasta la actualidad.
"Siempre tuvo este nombre e identidad, la cual se debe a que el dueño original así lo bautizó", describió Roberto Colombatti, uno de los propietarios.
La clave del éxito y la continuidad en el tiempo para él está en que "hacen lo que de verdad les gusta" y cuando alguien se retira siempre otro familiar ingresa. "Nunca cambiamos la receta ni la calidad, podemos hacer renovaciones y mejorar el negocio pero esos valores no los cambiamos", expresó.
Con los años fueron diversificando los productos ofrecidos y eso lo lograron hacer a fuerza de saber escuchar lo que el cliente sugiere.
"En 1985 volvimos a fabricar los helados, como en el verano decaía la pastelería en los '80 volvimos a la heladería, cuando se impusieron las cremas heladas recompusimos las viejas recetas para la venta y así comenzamos a compensar las épocas donde la pastelería decaía", rememoró Colombatti.
El hombre, que hoy tiene 60 años y pasa gran parte del día en el negocio, sostuvo que la misma lógica se aplicó a otras áreas. A las masas finas que se fabricaban se le agregó la virtuosidad y estudio del chocolate que hoy es un producto muy elegido.
"En el 2004 anexamos la Casa del Té por sugerencia de los clientes que buscaban un lugar donde poder aprovechar la merienda. Nosotros los escuchamos porque nos enseñan y así sabemos dónde ir", afirmó.
Si bien cada vez son menos y se cuentan con los dedos de las manos, los negocios históricos son de vital importancia para la idiosincrasia local. Ellos son los que atestiguan el crecimiento y desarrollo de San Francisco desde el siglo XIX, por eso mientras haya uno abierto parte de nuestra identidad también seguirá viva.
Leyendas comerciales
Entre los negocios ya desaparecidos pero que marcaron sin dudas la memoria de muchos, hoy adultos en la ciudad, se encuentran La Gran Vía, La Casa Heredia (después renombrada como Heredia Funcional), Burmeister Lamberghini, Pizzería La Amancai y el Bar La Perla.
Las viejas industrias
Las industrias más antiguas de la ciudad se concentran en la actualidad en el Molino Meteoro y Miretti. La primera de ellas comenzó a operar en 1892 con la sociedad compuesta por los hermanos Carlos Augusto y Magdalena Boero Romano junto a Vicente Lafranchi.
Miretti por otra parte fue inaugurada en 1919 y comenzó a funcionar como un taller en una casona antigua, ubicada en la esquina de calles Salta y Pellegrini. En 1921 se mudaron a su sede actual en calle Mendoza al 300, entre Dante Alighieri y Salta, en el corazón de barrio Sarmiento.
Ambas, siguen siendo fiel testimonio de la perdurabilidad de los emprendimientos y un pilar de la transformación industrial que caracterizó a San Francisco.
Referencia bancaria
Una característica de San Francisco es la cantidad de bancos que tienen asiento para sus operaciones financieras. El primero en llegar fue el Banco de la Nación Argentina (BNA), que inició sus actividades el 1 de diciembre de 1891, mientras Carlos Pellegrini era presidente. En 1921 se fundó el Banco de la Provincia de Córdoba.