Cómo sanar las heridas emocionales de la niñez
Como las lesiones en el cuerpo, las heridas emocionales pueden dejar cicatrices que nos "marcan" y muchas veces nos impiden avanzar en la vida, provocando en la adultez inseguridad, baja autoestima, frustración, entre otras consecuencias. Incluso esas mismas heridas pueden tener manifestaciones físicas. ¿Qué hacer para sanarlas?, ¿Cómo criar a nuestros hijos para evitar que sufran?.
Abandono, rechazo, maltrato, abuso, injusticia etc. son algunas de las experiencias en la niñez que nos pueden provocar heridas emocionales que dejan huellas y formarán parte de nuestra personalidad en la adultez.
"Cuando las heridas emocionales del pasado han dejado huellas que impiden avanzar a lo largo de la vida, la mejor opción es consultar a un profesional que ayude a reparar y comprender esos episodios que causaron dolor y mirarlos desde otra perspectiva, no se trata de olvidarlos sino de aprender a vivir con ellos sin dejar que nos roben la energía", aseguró en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO la licenciada en Psicología, María José Palacios (MP-9684).
Recordó que son "pocas las personas que podrían contarse entre quienes han tenido una infancia exenta de sinsabores y limitaciones, ya que todas las personas durante la infancia, en mayor o menor grado, de una u otra forma, hemos tenido experiencias agradables y desagradables, necesidades insatisfechas o asuntos inconclusos que, si no los enfrentamos y resolvemos para poder avanzar, nos acompañaran a lo largo de toda la vida, la mayoría de las veces afectando la autoestima y las relaciones con los demás".
Palacios afirmó que durante las primeras experiencias en el mundo "es cuando se producen las primeras heridas emocionales e incluso a veces las heridas más profundas que marcan el desarrollo y la personalidad, muchas veces impidiendo el avance en el momento presente, afectando nuestras emociones cuando somos adultos".
Afirmó que estas experiencias que nos pueden marcar son "situaciones de abandono, rechazo, maltrato, abusos, humillación etc. Son vivencias dolorosas que muchas personas han pasado en su infancia, muchas veces repercutiendo en la vida adulta y generando sentimientos de inseguridad, baja autoestima, dificultad para relacionarse con otros, irritabilidad, ansiedad, temor, frustración, resentimiento, sentimiento de vacío interno".
"Estas heridas no solo puede alterar el bienestar emocional sino también el físico provocando alteraciones del sueño, dolores musculares, problemas sexuales, manifestaciones en la piel, etc.", dijo.
Crianza con apego
Fortalecer los vínculos en la familia ayuda a brindar más seguridad y confianza en los niños, lo que luego repercutirá en la vida adulta.
"Es muy importante una crianza con apego seguro que permite al bebé y al niño tener a sus padres o cuidadores como una base de seguridad cuando se sienta angustiado, el niño goza de la confianza de que sus figuras de apego estarán disponibles, responderán en caso de necesidad y le ayudaran en la adversidad", aseguró la licenciada Palacios.
Remarcó que la "atención, el contacto, la empatía el afecto de los padres o cuidadores son de vital importancia en los primeros años de vida ya que de esta manera se va formando el repertorio biológico y emocional que les permitirá tener recursos en el futuro para cuidarse a si mismos, relacionarse con los demás de manera positiva y afrontar los conflictos que tengan a lo largo de la vida".
"Está comprobado que las personas que han crecido con vínculo seguro son mas cálidas, estables emocionalmente y con relaciones íntimas más satisfactorias, son personas más integradas, con mayor autoestima y con tendencia a ser mas positivas", finalizó diciendo.