Ciudades accesibles e inclusivas
La adaptación de la infraestructura urbana a las personas con discapacidad supone erogaciones importantes. Sin embargo, son beneficios impostergables que benefician a todos los ciudadanos. Los adelantos también se observan en la educación, aunque resta bastante en otras áreas como lo laboral.
Según las Naciones Unidas, alrededor del
10% de la población mundial, o sea 650 millones de personas, vive con una
discapacidad, por lo que constituyen la mayor minoría del mundo. Esta cifra está
aumentando debido al crecimiento de la población, los avances de la medicina y
el proceso de envejecimiento, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Al mismo tiempo, en los países donde la esperanza de vida es superior a los 70
años, en promedio alrededor de 8 años o el 11.5% de la vida de un individuo
transcurre con incapacidades. No obstante, el 80 % de las personas con
discapacidad vive en países en desarrollo. En la Argentina, según números
brindados por el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos (Indec), el 10% de la población padece algún tipo de
dificultad. Es decir, 10 de cada 100 personas tienen capacidades limitadas.
La ONU afirma que la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. En este marco, la entidad multilateral afirma que esta "minoría más amplia del mundo" suele tener menos oportunidades económicas, peor acceso a la educación y tasas de pobreza más altas. Las causas principales son la falta de servicios que les puedan facilitar la vida (como acceso a la información o al transporte); tener menos recursos para defender sus derechos. A estos obstáculos cotidianos se suman la discriminación social y la falta de legislación adecuada para proteger a los discapacitados.
Sin embargo, cabe destacar que los avances en materia de integración de las personas discapacitadas han sido muy significativos en los últimos años. Quienes hoy sufren problemas de movilidad en las ciudades cuentan con rampas para facilitar su desplazamiento, por ejemplo. El centro de San Francisco varió su fisonomía desde hace algún tiempo con la construcción de infraestructura que permita circular a quienes tienen algún problema. Por cierto, resta mucho por hacer. Y lo que debiera lograrse es conjugar accesibilidad con inclusión en una comunidad.
La adaptación de la infraestructura urbana a las personas con discapacidad supone erogaciones importantes. Sin embargo, son beneficios impostergables que benefician a todos los ciudadanos. Ya se habló de las rampas, pero, por caso, señales sonoras o con imágenes de sencilla comprensión no se observan aún, al menos por estas latitudes. Los adelantos también se observan en la educación, donde los niños o jóvenes con discapacidad asisten a escuelas comunes y cursan, con las adaptaciones del caso, de manera normal. Resta bastante en otras áreas como lo laboral sin ir más lejos.
Ejemplos sobran de ciudades en el mundo que son accesibles e inclusivas. Incluso la Unión Europea otorga un premio anual a los centros urbanos que más se preocupan por este tema. En 2018, la francesa Lyon obtuvo el galardón. Entre sus fundamentos se señala que el transporte público es 100% accesible y el acceso a la cultura para todos también está asegurado, gracias a la inclusión de equipos accesibles en las bibliotecas, como máquinas de lectura, lectores de audiolibros y pantallas de aumento. La ciudad también ha desarrollado herramientas digitales para personas con discapacidades y, en términos de integración laboral, el 7.8% de los funcionarios públicos son personas con discapacidades. Esto es significativamente más alto que la cuota mínima legal del 6% requerida por la legislación francesa.
Como se observa, esta simple enumeración de lo que ocurre en Lyon permite constatar que resta mucho por hacer por aquí para cristalizar la condición de ciudad que tenga la característica de ser accesible, pero también inclusiva.