Cien años del instituto Inmaculada Concepción resumidos en un libro
Los autores Carlos Montiel y Edith Alberto destacan la invaluable labor de las hermanas misioneras.
El libro denominado "100 años: 1917-2017 Fasta Inmaculada Concepción", que recrea lo ocurrido en el centenario de la emblemática institución de bulevar Roque Sáenz Peña 1151, será presentado el 15 de agosto, a las 21, en la capilla del colegio.
Carlos Montiel y Edith Alberto son las plumas de este libro de alrededor de 200 páginas; el primero toma la historia de las monjas misioneras que hicieron posible el Colegio Inmaculada Concepción, mientras que Alberto hace lo propio, con la llegada de la fraternidad de Santo Tomás de Aquino, a partir de 1999, hasta la actualidad.
Lo que se conoce hoy como Instituto Fasta Inmaculada Concepción nació -tal como se mencionó- como un colegio el 14 de abril de 1917, por iniciativa de unas pocas religiosas misioneras de la Inmaculada Concepción, provenientes de Cataluña (España).
Montiel, quien fue alumno y docente de la entidad, accedió con orgullo llevar al papel el rol fundamental de las hermanas misioneras. Sobre el libro, en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO admitió que "nació con la perspectiva de ser una revista y se fueron sumando cuestiones que lo hacían más interesante, se fue agrandando el proyecto y derivó en un libro".
Las primeras misioneras
En relación al período que abarca, desde los inicios hasta la década del '90, Montiel adujo que fue relatada en forma de crónica, "tomando cómo fue la llegada de las misioneras a la ciudad y cómo se fueron involucrando en la sociedad".
El primer grupo que arribó lo hizo en 1916, "fueron de unas pocas que se encargaron de la administración del Hospital, que ya tenía su capilla", comenta el escritor.
En su estadía, las hermanas entendieron que estaba la necesidad de formar un colegio para señoritas, donde se impartiera educación religiosa (con el correr de las décadas, el colegio se haría mixto, primeramente, en el nivel secundario, en 1987). Por ello mismo, llega otro pequeño grupo de hermanas en 1917. "Así comenzó modestamente la historia".
"Fueron juntando pesito a pesito"
Las hermanas comenzaron abriendo el establecimiento educativo en una casa que alquilaron a otro sacerdote, "una casa grande frente a la Plaza General Paz". Allí estuvieron hasta que consiguieron, en el año '23, y con mucho esfuerzo, levantar parte del edificio actual, de bulevar Roque Sáenz Peña. Dicho lote -señaló Montiel- "fue donado por los descendientes de la familia Iturraspe; luego obtienen un subsidio del estado provincial, pero la ayuda mayor vendría de la comunidad". La capilla se construiría recién en los años '50.
"Siempre fueron juntando pesito a pesito; para recaudar, a veces hasta hacían funciones de proyección de películas", resaltó.
"Este colegio, cómo se edificó, es una muestra de un San Francisco que fue tremendamente pujante en aquella época, por el accionar de sus vecinos, porque el estado, en buena parte de esta historia, no tiene un papel preponderante. Aquí colaboró la comunidad, así como pasó con los clubes, con el Hospital, con el Colegio de los Hermanos Maristas, el Hogar de Ancianos o la Casa del Niño", añadió con énfasis el historiador.
Agradecer su aporte, una deuda pendiente
Lo dice Montiel: "En San Francisco nos olvidamos de la gente que ha construido. Construir es un paso a paso, es duro. Hay que atravesar problemas y tiempos históricos diferentes. Pero destruir, ah, eso se lo hace en un minuto. Las misioneras estuvieron 30 años en la Casa del Niño; desde el '42 ayudaron en el Hogar de Ancianos (Enrique J. Carrá), además de lo que hicieron en el colegio de la Inmaculada".
"Es tan anónimo lo que hicieron que San Francisco ni siquiera tiene el nombre de todas ellas. Esas anónimas llevan a preguntar, cómo siendo tan pocas llegaron a hacer tanto. Como ciudad al menos les debemos por lo menos un agradecimiento", concluyó Montiel.
Un mural alusivo al centenario de la institución, obra de Menén Rognoni de Martínez
Agradecimientos
El escritor del libro citó que fue necesario recabar mucha información, por ello mismo no dejó de brindar agradecimientos, en primer lugar, "y sobremanera", a la Fundación Archivo Gráfico y Museo Histórico de la Ciudad de San Francisco y la Región, "que nos facilitó material y fotografías que solamente ellos tienen". Asimismo, destacó la colaboración de LA VOZ DE SAN JUSTO, "que siguió a lo largo de los años el quehacer del colegio y de la orden religiosa".