Cerámica: modelar arcilla y ejercitar la paciencia
El arte de hacer piezas con materiales nobles, puede convertirse en una forma de expresión. Del taller a casa, para no dejar de aprender y sentir.
"El arte y sus formas de expresión son apasionantes y atrapantes, nos distiende, nos comunican, nos sensibiliza y nos ayuda a expresar y transmitir aquello que a veces es muy difícil poner en palabras". Así lo aseguró Alejandra Ruiz, profesora de Psicología y Artes Visuales encargada del Taller de Cerámica de la Municipalidad de San Francisco sobre el arte de hacer piezas de arcilla.
Para ella, la cerámica es "modelar arcilla y ejercitar la paciencia".
Algunas de las piezas de Ruiz. (Gentileza Alejandra Ruiz)
Cómo empezar
"Nuestro lienzo es la arcilla y nuestras mejores herramientas son las manos", comenzó Ruiz.
Para dar los primeros pasos, la docente remarcó: "Vamos a necesitar arcilla que ya viene preparada, tiene agua y eso permite que se la pueda manejar y modelar; una tabla de madera o estirar un trapo sobre la mesa para evitar que se adhiera cuando se la estira; bolsas de plástico con la que se va a tapar la pieza que está en proceso y evitar la evaporación del agua ya que una vez que se seca no se la puede continuar modelando y un palo de amasar, que se puede reemplazar por un palo de escoba".
"Hay varias técnicas, una de las más fáciles es trabajarla en placas. Es necesario tener en cuenta ciertos procesos que se deben respetar, para no fallar, pero como nada es seguro en esta vida, a veces también existen fallas", comentó la ceramista.
"Esta
técnica consiste en cortar trozos de arcilla y estirarla con ayuda
de un palo. Se debe verificar que no queden atrapadas burbujas de aire, ya
que cuando se hornea, busca salir provocando en las piezas roturas, luego
con un cuchillo o cortante, se pueden cortar de diversas formas, si se
quiere también se pueden dar alguna textura, haciendo presiones
con algún objeto como por ejemplo un botón, hojas, puntillas, etc", indicó
la profesora.
El secado debe ser lento a la sombra, para evitar la aparición de alguna grieta y una vez que está totalmente seco, se puede realizar el primer horneado, lo que se conoce como la realización del bizcocho.
Para hacerlo en casa, Ruiz explicó: "En una cocina normal la temperatura más alta, creo que debe ser de unos 220 grados, en un horno de cerámica la temperatura con la cual trabajo es de 1030 grados a 1050 grados, por el tipo de arcilla que usamos, hay otras pastas que soportan más temperatura. En cuanto a su cocción, hay varias maneras de hornearla, con leña, con gas, y con horno eléctrico, en el taller cuento con un horno eléctrico, de 1.20 metros de ancho por 1,70 metros de alto, cargarlo es como jugar al Jenga, las piezas no se deben tocarse entre sí, las piezas no deben romperse.
"Como la arcilla con la que trabajamos es de baja temperatura, lo cual significa, que no va a soportar el choque térmico, (pasaje de calor intenso al de una temperatura baja), es necesario ejercitar nuevamente la paciencia y esperar a que baje la temperatura, para poder abrir el horno y ver que todo salió bien".
El paso siguiente "es pintar las piezas, esto se llama esmaltar y podemos usar diferentes materiales; óxidos, pigmentos o esmaltes, depende de la pieza y lo que queremos lograr en ella. Por última vez vuelve de nuevo al horno, en donde el fuego sagrado es quien va a decir la última palabra", concluyó.
La profesora de Artes Visuales dicta sus talleres de cerámica en la Municipalidad de San Francisco.
Del horno del taller al de casa
La docente del Taller Arte Cerámico que pertenece a la Municipalidad de San Francisco, aseguró que asisten entre 40 y 50 alumnos, la edad es a partir de los 18 años sin límite.
Claro que por motivo del coronavirus, el aula se trasladó a la virtualidad pero eso no impidió que alumnos avancen en sus clases. "La pandemia hizo que nos viéramos en la necesidad de adaptarnos, y para poder retomar nuestros encuentros tuvimos que recurrir a la virtualidad, dar cerámica mediante el teléfono fue todo un desafío".
A pesar de las dificultades, la profesora aseguró que las sensaciones que se producen al abrir la puerta del horno en casa, son tan importantes como en el taller. "Los alumnos pasan por diferentes sensaciones en el transcurso de su realización, por el placer del contacto con el material, de tener esperas que son necesarias, resignaciones cuando aparecen grietas difíciles de cerrar, y sus caras de sorpresas al final cuando abren la puerta de horno; es lo que más disfruto del taller".