Católicos sanfrancisqueños valoran los sacramentos, pero van menos a misa
En la diócesis de San Francisco hay pocos curas para muchas parroquias. Y una excesiva cantidad de misas, que llegan a tener solo 50 asistentes en templos con capacidad para 26 veces más. Paradójicamente, el bautismo y la catequesis se mantienen. Pero es un hecho que la Iglesia se achica, también la capacidad hegemónica del catolicismo frente al crecimiento de la feligresía en otros credos.
Por Cecilia Castagno
La misa del domingo pierde asistentes al ritmo que desciende el número de sacerdotes y hay migración a otros credos. Sin embargo, los bautizos, las primeras comuniones y las confirmaciones no van en ese camino de retroceso. No así el matrimonio.
El catolicismo se va achicando, sí. Y no solo en feligresía sino también en vocaciones religiosas, espacios y cantidad de misas, que todavía siguen siendo "excesivas".
Los adultos jóvenes católicos son menos propensos a participar en prácticas religiosas como la celebración dominical o el matrimonio, y si bien esta realidad preocupa a la Iglesia, la animan las cifras que demuestran que a pesar de los cambios a lo largo del tiempo, los sanfrancisqueños siguen eligiendo los votos católicos.
La Catedral -la parroquia San Francisco de Asís- es uno de los templos donde se evidencia la poca concurrencia de fieles, lo que llevó a prescindir de la misa los sábados y los domingos, mudarla a la capilla del Santísimo, más pequeña, lindante a la majestuosidad del salón principal que puede recibir a 1.300 personas sentadas, pero los fieles ocupan apenas el 4 % de esa capacidad. ¿El objetivo? Achicar gastos, optimizar recursos, sobre todo ahora, que la Iglesia renunció al aporte estatal y la mantienen los devotos.
Faltan sacerdotes en nuestra ciudad. Es una realidad palpable. Pero no se quejan
de la carga de trabajo, al contrario, algunos tienen hasta tres comunidades a
su cargo. Ese ajetreo es común a la mayoría de los curas -son seis para siete
parroquias y varias capillas- y consecuencia, en buena parte, de la crisis de
vocaciones sacerdotales de la Iglesia Católica, que obliga a la Diócesis local a
reorganizase y dar protagonismo a otras figuras como diáconos para seguir su
labor.
La diócesis, en números
En la diócesis San Francisco -que comprende el departamento San Justo y parte de Río I y Río II, abarcando una población de unos 220.000 habitantes- hay 26 sacerdotes, de los cuales 6 ofician en nuestra ciudad, repartidos en 7 parroquias y sus correspondientes capillas.
Entre sábado y domingo llegaron a celebrase hasta 36 misas, un "número excesivo" según las autoridades eclesiásticas en comparación a la cantidad de fieles que asisten. Por ello, desde 2010 comenzó un proceso de reorganización.
Por ejemplo, en la Catedral los fines de semana solo hay misas el domingo; resignaron el sábado para "asegurar la celebraciones en otras parroquias", ante la escasez de sacerdotes, ya que uno solo en algunos casos llega a cubrir tres templos, indicó a LA VOZ DE SAN JUSTO el obispo Sergio Buenanueva.
Y aclaró que "además de ser párrocos, los padres tienen otros oficios pastorales que trascienden cada parroquia".
Por su parte, el flamante párroco de la Catedral y vicario general de la diócesis, Gustavo Zaninetti, consideró que además de la falta de curas y una feligresía menos numerosa, otros factores los obligó a plantearse cómo coordinar una pastoral urbana y más dinámica: "El crecimiento de algunas comunidades frente a otras que no lo hicieron tanto, influidas por el trazado de rutas, la desaparición del ferrocarril. La Iglesia se va adaptando a las transformaciones demográficas y culturales".
"Hasta hace unos 15 años, las estadísticas revelaban que el 6 % de los argentinos participaba de la misa los domingos, hoy esa cifra se redujo a 4 o 3 %, o sea que hubo una reducción importante", agregó el obispo.
-¿Qué espera la sociedad de un sacerdote?
-Sergio Buenanueva: Buena parte de la sociedad es muy crítica con nosotros y está muy bien, pero a la vez es la contracara de que hay una expectativa muy grande. La primera expectativa es que el cura sea testigo del Evangelio, de Cristo, que vive para los demás y para los más vulnerables, sobretodo. Nos piden una gran coherencia de vida. Muchos curas son entregados y abnegados, a pesar de la edad. La coherencia de vida además es una exigencia evangélica, pero no solo para con nosotros los curas. Nos hace bien sentirnos exigidos a ser lo que somos. La sociedad espera de nosotros capacidad de escucha, que la Iglesia sea una comunidad preparada y dispuesta a hablar de muchos temas.
-Entonces, ¿se hablan temas controvertidos como el aborto, trata de personas, prostitución, homosexualidad...?
-Gustavo Zaninetti: Sí, eso es parte de la vida en comunidad y de la cercanía del pastor a los fieles. Podemos hablar de todo con nuestros laicos, porque son lúcidos y quieren tratar con madurez ciertos temas. Que esto suceda nos permite ser confrontados, despertar expectativa y alentar la búsqueda personal en los laicos; alimentar una comunidad madura en el diálogo y el sentido de la Iglesia como gran familia.
-S. B.: Destaco una reciente experiencia en escuelas de la región cuando en una charla con alumnos, empezaron a preguntarme sobre temas urticantes como matrimonio igualitario, celibato o abuso sexual en la Iglesia. Es importante la mirada de la Iglesia frente a temas fuertes y en ese sentido no siempre los ministros tenemos la misma visión ante los grandes debates de la sociedad.
Una vocación en crisis
-¿Cómo se atrae la vocación sacerdotal?
-S. B.: La vocación la regala Dios. Juan Pablo II decía que la vocación es el más profundo sentido de existencia. Después tenemos que hacernos cargo de generar las condiciones para ese especial compromiso con Jesús en un ambiente que habitan hombres y mujeres, la vida de consagración. Los pastores consagrados debemos dar testimonio de nuestra fe. Será un desafío en este tiempo saber dialogar con los jóvenes, interpretar esa cultura juvenil rescatando los valores positivos y poder entablar un diálogo para ayudarlos a vivir su fe.
-G.Z.: El desafío hoy es ayudar a los jóvenes a encarar la vida con una vocación en todas las posibles formas. No solo está en crisis la vocación religiosa, también otras formas de vida como el matrimonio.
-El divorcio está aceptado entre los católicos, pero algunos sectores son muy críticos cuando un sacerdote "se divorcia" de la Iglesia.
-S. B.: Cuando un cura deja los hábitos, esa decisión es muy difícil para él, está regada por muchas lágrimas para él, para su familia, para sus amigos. La gente valora más que un cura confiese que deja de serlo porque está enamorado. La crítica sigue siendo hacia el celibato. Muchos consideran que nosotros no vivimos el celibato. Esa sospecha y esa mirada crítica sí la sentimos, a veces burlona, otras veces agresiva. Cuando un cura es joven, pesa más, de grandes, hay más libertad interior y ya no preocupa tanto.
Sergio Buenanueva sobre el celibato: "Es una renuncia que se va a sentir toda la vida. No es verdad que la mujer o los hijos puedan ser suplidos por la Virgen María o la comunidad cristiana, no. Es una renuncia que no se suplirá nunca"
-¿La Iglesia Católica llegará alguna vez al casamiento de sus ministros o es una imposibilidad?
-S.B.: Hoy en la Conferencia Episcopal Alemana hay una discusión muy fuerte en torno al celibato sacerdotal, de hecho, está dispuesta a llevar a fondo el tema.
-Pero Francisco fue muy claro. Dijo que el celibato es un don que el Espíritu Santo le da a la Iglesia.
-S.B.: Sí, y está bien que defina cuál es su posición frente a esto. Personalmente, yo tampoco creo que abolir el celibato sea una solución frente a la crisis de vocación del sacerdocio. Pero de suceder, si estuviésemos casados ¿cómo haríamos para llevar adelante la actividad al servicio de la pastoral y todo lo que ella demanda? No significa que la vida en celibato hoy no plantee grandes desafíos, porque los jóvenes que realizan el seminario son hijos de esa cultura, en la que la fragilidad emocional tiene que ver directamente con el miedo de vivir la propia sexualidad y también condiciona el modo de cómo se abraza una vocación. Por ello hay que ayudarlos. Un cura, a lo largo de su vida seguro se va a enamorar o si eso no pasa, experimentará las dificultades de enfrentar la sexualidad que es una cuestión libre en las personas; ahora bien, debemos ayudarlos a crecer en su elección. El celibato no es solamente NO a la intimidad sexual; NO a formar una familia, es NO a todo eso pero para potenciar nuestra consagración a Dios y entrega a su pueblo, con una renuncia que se va a sentir toda la vida. No es verdad que la mujer o los hijos puedan ser suplidos por la Virgen María o la comunidad cristiana, no. Es una renuncia que no se suplirá nunca, por ello hay que potenciar las motivaciones más profundas. Hoy dentro de la Iglesia hay un diálogo muy franco entorno a esto. Son temas que se están discutiendo con mucha franqueza.
-¿Revisar estas cuestiones calve surge de la crisis del abuso clerical?
-S. B.: Los abusos sexuales constituyen la crisis más grande que tiene la Iglesia, que afecta su credibilidad. Se está jugando su credibilidad en la capacidad que tenga de solucionar a fondo esto, lo que no solo significa mandar a la cárcel a los curas abusadores, sino también ayudar para que el delito del abuso sexual desaparezca de la sociedad toda. Es un fracaso humano muy profundo de toda la sociedad, y peor que suceda dentro de la Iglesia. Aun reconociendo lo insuficiente de la respuesta eclesial a los abusos, no se puede decir que existe pasividad, voluntad de ocultar o dejar pasar el tiempo sin resolver este problema.
Mientras en 2018, bautizados iniciaron una
apostasía colectiva para renunciar a la Iglesia Católica tras la campaña del
clero contra la legalización del aborto, en San Francisco el bautismo se
resiste a desaparecer y como en todas las parroquias hay solicitudes cada fin
de semana, se optó por agruparlos en una sola, alternando los templos. La cantidad de nacidos que se bautizan se
mantiene. También las primeras comuniones, no hay disminuciones en cuanto al
número de chicos que hacen la catequesis, tampoco en las confirmaciones.Religión
sí, Iglesia no: ¿contradictorio?
Gustavo
Zaninetti sobre la escasez sacerdotal: "El
desafío hoy es ayudar a los jóvenes a encarar la vida con una vocación en todas
las posibles formas. No solo está en crisis la vocación religiosa, también
otras formas de vida como el matrimonio"
Como otra cara de la misma moneda, hay menos entradas en el altar con novia de blanco. Suena paradójico: la gente se casa cada vez menos por iglesia pero bautiza a sus hijos y los manda a catequesis. ¿Por herencia familiar? ¿Por tradición? "La explicación a esto puede darse por una cuestión de legado familiar, de costumbre o tradición, pero lo que está en crisis no es la fe, sino las prácticas de esa fe católica", señaló Buenanueva
"Existe un alto índice de bautismos, chicos en la catequesis y confirmaciones, pero por otro lado, en la práctica esto no tiene correlato con el sacramento del matrimonio, porque la gente se casa cada vez menos y menos por iglesia también", asintió Zaninetti.
Salir del templo
De un tiempo a esta parte, "fuimos madurando criterios comunes para la acción pastoral, implementar acciones de integración en un marco de diálogo y en esa discusión entró el tema de la cantidad de misas, las que considerábamos y seguimos considerando excesivas", comentó Zaninetti.
Por ello, "decidimos reorganizarlas pensando en la menos cantidad de fieles y de curas, para sostener un servicio que sea de calidad pastoral".
Además, siguiendo el consejo del Papa Francisco, comenzó a gestarse una Iglesia más misionera, que salga a la calle y cree una cultura del encuentro para alentar a los fieles católicos. Un ejemplo de ello fue en 2011 el comienzo del proyecto Misión Ciudad, peregrinando los barrios y con la Carpa del Encuentro y la Escucha.
-¿Por qué creen que creció el interés por las iglesias evangélicas? Acaso, ¿porque brindan una respuesta inmediata a las necesidades de los fieles?
-S. B.: El mayor crecimiento se da en un grupo denominado Pentecostales. El pentecostalismo es el grupo religioso que más está creciendo en todo el mundo. Tiene principios que los católicos debemos apreciar e imitar. No se detienen tanto en una doctrina, en verdades abstractas sino que es un encuentro de personas en el que se anuncia a Cristo, pero no un Cristo etéreo, sino un Cristo que ayudará a superar el alcoholismo, las adicciones; un Cristo que ayuda a perdonar una infidelidad en la pareja; esa experiencia de Cristo salvador, de Cristo médico, que da fuerzas para afrontar las situaciones de la vida. El pentecostalismo aborda las relaciones humanas primarias, acompaña en el dolor y sale del templo. Este mensaje ha calado hondo en la Iglesia Católica, que empieza dejar de esperar a que la gente venga a la parroquia y empieza a salir, a visitar a los fieles puerta a puerta, de hecho lo hacemos y la gente nos recibe muy bien.
Iglesia y política
-La Iglesia asume un compromiso ante la realidad sociopolítica, expone la pobreza, pero por otro lado, no quiere ser una Iglesia asistencialista.
-S.B.: La gente dice "no se metan en política", pero la política como la economía tiene una dimensión técnica y otra ética. En esta última es que entramos los religiosos, porque tiene que ver con el bien común, con la justicia social. La Iglesia ha sido una de las más críticas de la pobreza, desde la época menemista. Advierte las consecuencias graves de algunas políticas públicas y un escenario que ningún gobierno ha logrado revertir: el núcleo de la pobreza estructural de la Argentina, que alcanza a la tercera parte de los ciudadanos con el 46 % de los niños por debajo de la línea de pobreza y eso condiciona su futuro. La Iglesia llama la atención sobre el peso de la corrupción.
-Se escuchan homilías sobre temas "calientes" en la misa dominical. ¿Qué cambió?
-G. Z.: El sermón o la homilía busca ser un diálogo familiar en el que el pastor baja la palabra de Dios para abordar temas de la realidad. Muchas veces el Evangelio hecha luz sobre algunas cuestiones. Se trata de darles herramientas a los feligreses para discernir sobre determinados temas, iluminarlos desde la fe.
-¿Cuál es la mirada de la Iglesia sobre la educación sexual?
-S. B: No nos compete dirigir la política educativa de un gobierno, de un país, pero sí somos parte del sistema educativo y merecemos tener una palabra, intervenir en la dimensión ética, en los valores.
En concordancia con una impresión generalizada
en la sociedad, el número de fieles también bajó, aunque quizá no de una manera
tan pronunciada como algunos piensan. Lejos de la creencia de que los hijos deben
elegir su propio credo, las parejas de adultos jóvenes católicos respetan y
valoran sacramentos como el bautismo, la primera comunión y la confirmación,
sin embargo, y como una paradoja, son menos propensos a participar en prácticas
religiosas como la misa de domingo o el matrimonio.
El avance de lo real sobre lo místico
El fenómeno evangélico, en cuanto a cantidad de templos, no es exclusivo de nuestra ciudad, se verifica en la mayoría de las urbes del país. En el ámbito local existen 36, según un relevamiento elaborado por LA VOZ DE SAN JUSTO y confirmado por el Registro Nacional de Cultos.
Desde el catolicismo reconocen su propuesta religiosa como más entusiasta, vivencial, directa y sensible, más en consonancia con este tiempo, y destacan el pentecostalismo dentro del culto evangélico, que acercan desde lo real y no tanto desde lo místico, digno de imitar.