Brasil: atentado y democracia
En tiempos en los que la democracia sufre embates serios, resultó sano que todas las fuerzas políticas hayan unificado criterios en torno a la condena al ataque, aun cuando el candidato agredido no se caracterice por guardar las formas o defender aquellos valores institucionales que fortalecen la vida democrática.
Las imágenes de televisión son muy crudas. Y reflejan con
claridad un aspecto central del mundo de hoy: la posibilidad que todos tenemos
de ver en vivo y en directo los acontecimientos más dramáticos, sin mediadores
que establezcan prioridades a la hora de la interpretación ni tampoco puedan
determinar aspectos para la reflexión. El último ejemplo global de la anterior
descripción han sido las escenas del atentado contra el candidato presidencial
brasileño Jair Bolsonaro, acuchillado por un militante de extrema izquierda
mientras era llevado en andas por sus adherentes.
La puñalada que se hizo viral al momento es inaceptable. Supone un grave intento de alterar una campaña electoral que ya está notoriamente perturbada en virtud de la situación judicial del ex presidente Lula Da Silva y de la conmoción que generó el operativo judicial Lava Jato, que destapó una trama de corrupción institucional enorme en el gigante vecino.
En tiempos en los que la democracia sufre embates serios por parte de ideologías que descreen de sus principios rectores, resultó sano que todas las fuerzas políticas hayan unificado criterios en torno a la condena al ataque, aun cuando el candidato agredido no se caracterice por guardar las formas o defender aquellos valores institucionales que fortalecen la vida democrática. Éstos últimos no son otros que la tolerancia por la opinión ajena, la igualdad de oportunidades y de reglas de juego y el respeto irrestricto por la legalidad, entre varios.
La delicada situación institucional de Brasil se ahondó aún más con el atentado. Lo tumultuoso de la campaña se ha acrecentado. Y las pasiones continúan alzándose desde una y otra vereda ideológica. Por ello, resulta inconveniente que desde algunos sectores se continúe emitiendo mensajes que crispan aún más la realidad. Por ejemplo, que el segundo de Bolsonaro en su partido haya señalado que de ahora en más "hay guerra" no ayuda en nada al proceso electoral.
El prusiano Von Clausewitz, uno de los más influyentes teóricos sobre la guerra y la estrategia militar, afirmaba que "la guerra era la continuación de la política por otros medios". El pensador francés Michel Foucault, tiempo después, dio vuelta la idea: "la política es la guerra por otros medios". En medio del río revuelto que el ataque a Bolsonaro ha dejado en la campaña brasileña, la aplicación literal de esta última interpretación genera inquietud y puede llegar a poner en riesgo la estabilidad democrática del vecino país.