“Bautizar” casas, una tendencia que permanece en el tiempo
Detrás de las letras que delinean el nombre de distintos hogares de San Francisco hay una historia que los hace aún más particulares. No hay que ir a las Sierras o pasear en la playa para encontrar ejemplos de una antigua tradición que trasciende fronteras.
Por Ivana Acosta
No hace falta tener una cabaña, casa quinta, o de veraneo para ponerle nombre a una casa. Basta solo la intención de hacerlo y querer que la vivienda no sea una construcción más.
Aunque es una tradición social que existe desde hace mucho tiempo, la idea fue mutando. Así, en algún momento las personas identificaban las casas con las profesiones de quienes vivían allí. Luego empezaron a fijar carteles que las distinguían del resto en zonas turísticas - y aún se mantiene esta tendencia.
Para quienes visitaron las localidades de las Sierras cordobesas identificar con un nombre las casas que se alquilan es una tradición. Toda esta corriente nominal llegó hasta San Francisco hace a varios años y son muchos los vecinos que por distintos motivos adoptaron esta forma de "bautizar" sus hogares.
La riqueza de la ciudad está en la variedad de tipologías arquitectónicas que las familias adoptaron para sus hogares, pero no son todas las que llevan nombre. Hace algunos años existieron muchas más, pero las ventas de las propiedades, instalación de emprendimientos o nuevos habitantes hacen que a veces los carteles se pierdan y sus nombres se borren.
Pequeño homenaje
No necesariamente hacía falta ser una familia pudiente para poder ponerle nombre a la casa, sino que más bien se trata de una costumbre que dejó de lado la situación económica y obedece a un patrón más bien cultural.
A todos quienes optaron por "bautizar" su casa, los une el interés de resaltar el lugar donde seguramente formaron sus familias o nacieron y se criaron, o un hecho que los identifica. Por eso las hay con frases, nombres de personas, articuladas, entre otros.
"El Alberto" es una casa que tiene una historia así. Su construcción tiene más de 60 años pero se mantiene firme con su estilo arquitectónico particular sobre calle Fleming al 600.
Fleming al 600, la casa que el matrimonio Giutetti nombró en honor a su único hijo.
El matrimonio Giustetti, que se radicó allí tuvo un solo hijo y en honor a él y la dicha que representó su llegada hace más de seis décadas nombraron así la casa donde él pasó toda su infancia y parte de su juventud.
"El Alberto", así con el artículo antepuesto también tiene debajo de los metales que borden la prolija caligrafía una placa, porque el por aquel entonces pequeño terminó convirtiéndose en un médico, el doctor Alberto Giustetti.
No son menos los vecinos que optaron por identificar a sus casas con un nombre propio como en el caso de "Graciela", en cuyas paredes dejó su impronta para dar cuenta de quien vive allí, sobre calle Iturraspe al 2600.
Sobre el costado de los marcos de la puerta de un estudio, el nombre "Graciela" en letras cursivas refiere a su moradora
Lo de "Chiquita"
Una señora de ojos claros y pelo rubio atiende amablemente la puerta de su casa en Dante Alighieri al 1800. Lilia vive hace más de 50 años que está radicada en esa propiedad que construyó a la par de su marido para forjar una familia.
La edificación fue realizada por ella junto a su esposo con quienes tuvieron una sola hija. Su profesión, en aquel tiempo, era la de ser modista y se le ocurrió como ingeniosa idea que la casa llevara el apodo que la acompañó desde muy pequeña para que sus clientas pudieran identificarla.
"Me llamaron así desde que era pequeña y le pusimos este nombre para que las clientas supieran que acá vivía la modista que buscaban", expresó la mujer a LA VOZ DE SAN JUSTO.
Chiquita: Lo de "Chiquita" está ubicada sobre Dante Alighieri al 1800 es la vivienda de una antigua modista de la ciudad.
La apodaban así de pequeña y Lilia identificó a su casa con ese nombre
Lo de "Chiquita", tal como reza la letra cursiva en el frente de la casa se transformó en un hogar adonde las familias iban de una modista confiable a encargar distintos trabajos.
Hoy años después de aquello, y con 88 años la mujer sigue enalteciendo el apodo que la acompañó toda su vida.
Un cortijo en la ciudad
Por definición de diccionario, un cortijo refiere a una especie particular de fincas grandes y extensas que no solo están destinadas a las viviendas sino también a la explotación agrícola. No se trata de espacios abiertos sino que la casa encierra todo este espacio.
Se trata de construcciones típicas de algunas regiones de España que tuvieron su auge en el siglo XVIII.
Una casona en San Francisco, "El cortijo blanco", que ocupa toda una esquina y cuya nomenclatura identificatoria está sobre calle Córdoba al 300. Tiene un amplio espacio con un patio rodeado de habitaciones de estilo arquitectónico antiguo que emulan un auténtico cortijo.
"El cortijo blanco", ubicado en Córdoba al 300 emula una antigua forma de construcción de finca de origen español.
La tradición de nombrar a las casas como elemento distintivo no tiene un punto geográfico de origen típico, ni tampoco un tiempo prefijado. Solo es un pequeño homenaje que las familias hacen a esos espacios, para que la "inauguración" del lugar no sea solo cuestión de instantes sino motivo de un permanente recuerdo.