Atrapado en libertad
Se cumple hoy un año de la paliza que le propinaron en la Departamental y que le costó la extirpación de un testículo. Esa pesadilla la revive día a día y siente que no podrá ser totalmente libre hasta que no condenen a los policías que ejerciendo una salvaje violencia institucional le dejaron marcas perpetuas en su ser.
Por Gabriel Moyano | LVSJ
A Fernando Saire se lo veía por las calles en su bici, repartiendo cartas, ofreciendo siempre una sonrisa de punta a punta y de sus ojos negros emanaba un brillo especial. Hoy esa sonrisa parece vacía y el brillo ya no está. A un año de la noche de la pesadilla, trata de recuperar su esencia y espera que la Justicia haga -precisamente- justicia.
Si algo no pudieron quitarle los golpes propinados sin clemencia por las punteras reforzadas de los botines policiales es la amabilidad que quienes lo conocimos antes de ese doloroso 16 de febrero de 2019 sabemos característica de su personalidad. Convida un mate y, entre lágrima y lágrima, repasa los peores 12 meses de su vida.
A su lado está sentada su novia Daiana, quien sufre junto a él, como desde el primer día. Fernando asegura que el apoyo de ella y de su familia fueron fundamentales para poder salir del pozo depresivo en el que se hundió luego de la brutal paliza que sufrió dentro de la Departamental, que le costó la extirpación de un testículo.
Cuenta que todavía tiene pesadillas con esa maldita noche, que evita las salidas a boliches en nuestra ciudad y que todavía siente miedo. Confiesa que le recomendaron congelar sus espermas dado que su fertilidad cayó considerablemente gracias a la golpiza.
Cada día para Fernando es revivir ese día. Y entre tantos pensamientos cruzados, a veces trata de ponerse en el lugar de los policías que lo golpearon, entender qué los llevó a comportarse de esa manera salvaje.
Sabe que cuando llegue la hora del juicio atravesará quizás el trance más duro desde el hecho en sí, pero afronta la espera decidido a luchar para que la imputación se eleve a lesiones gravísimas para que los acusados deban cumplir la condena en la cárcel. Su cuerpo mutilado es evidencia suficiente para apoyar su reclamo.
Se consuela sabiendo que los hechos de violencia institucional como la que sufrió disminuyeron luego de que su caso trascendiera en los medios, pero reconoce que es un mal arraigado en una fuerza que -paradójicamente- debería cuidarnos.
- ¿En qué cambiaste luego de aquel día?
Cambié en muchas cosas. Ahora estoy un poco mejor porque pasó el tiempo, pero apenas sucedió todo me sentía mal, mirado, me daba vergüenza salir a la calle. Tenía tendencia al encierro, no quería ir a lugares públicos, o iba y estaba pendiente de que me miraran. Yo antes hacía vida normal, me gustaba patear, juntarme con amigos y a muchas de esas cosas las dejé de hacer después de lo que pasó.
- ¿Cómo hacés para sobrellevar el trauma?
Estoy en tratamiento psicológico. En un principio me costó abrirme, contar lo que me pasa. No soy una persona de hablar mucho sobre sí misma, pero ahora lo estoy llevando mejor.
- ¿Te preguntás por qué te pasó lo que te pasó?
Muchas veces me pregunto para qué fui. Ese cuestionamiento está permanentemente en mi cabeza. Viéndole el lado positivo, sé que gracias a esto se han calmado con el tema de las golpizas. Pero las preguntas están siempre: por qué a mí, qué hubiera pasado si no iba.
- ¿Y encontrás respuestas?
No, nunca. Inclusive me pregunto qué le habrá pasado por la cabeza a estos tipos para pegarle a alguien como me pegaron a mí... sin medir, con saña, bronca y odio.
- ¿Sos capaz de ponerte en el lugar de quienes te hicieron eso?
Sí, lo pienso, y es otra cosa a la que no le encuentro explicación. Será porque uno es distinto. A veces pienso que habrán tenido un mal día, pero creo que ni en ese caso alguien puede hacer lo que hicieron estos dos muchachos.
- ¿Creés que ellos se pondrá en tu lugar?
No lo sé, porque nunca nadie vino a hablar conmigo, a pedirme disculpas. Quizás no les nace. Pero no creo que les genere ningún problema venir a golpearme la puerta o llamarme por teléfono y pedirme disculpas en nombre de la institución. Sé que no todos son iguales los policías, pero yo si fuera comisario llamaría, porque son personas que estaban a su cargo.
- ¿Pensás que si fueras rubio de ojos claros no te hubiera pasado?
Creo que también un poco viene por ese lado. Yo tuve la suerte de que me conoce mucha gente por mi trabajo, por el fútbol, pero hay chicos que sufrieron lo mismo y sus casos no sedifundieron. Me escribieron madres de chicos que pasaronpor lo mismoy quizás por ser "negritos de barrio" no hubo repercusión. Incluso una mamá me contó que a su hijo se lo devolvieron muerto. Entonces uno agradece estar vivo, porque los golpes que me pegaron tranquilamente me podrían haber matado.
- ¿Qué pensás que simboliza el pegarle a una persona que está en el suelo y que no se puede defender? ¿Tiene que ver con demostrarte que estás a su merced?
Es lo que me hicieron sentir en ese momento, que solo valía la voluntad de ellos. Después de la primera golpiza que me dieron en el patio yo les pedía que no me peguen más, que no iba a hacer la denuncia. Ellos decían que yo me hacía el canchero y me seguían pegando. Me ningunearon y me denigraron en todo momento.
- ¿Qué te decían los compañeros de celda?
Desde las celdas se escucharon los gritos que yo pegaba en la parte de adelante, imaginate. En un momento unode los chicosme dijo "menos mal que te pegaron a vos, si no nos van sacando de a uno para pegarnos a nosotros". O sea que es un ejercicio que lo tienen en su ADN... son así.
- ¿Te consuela saber que al menos estos policías ya no están en la fuerza?
Sí, sé de otros casos de policías que solo fueron trasladados a otro lugar donde nadie los conoce y pueden seguir haciendo su vida, cobrando su sueldo. También quiero luchar por eso: que los saquen de la fuerza y que no vuelvan nunca más. Sé que hay uno de los dos que está queriendo volver, pero creo que con la repercusión que tuvo todo esto no creo que la policía quiera mancharse así.
- ¿Qué sentís hoy cuando ves a un policía o a un patrullero?
Me da impotencia, miedo, de todo, hasta el día de hoy. Los policías se me quedan mirando y yo sé que me conocen. Me genera una inquietud por dentro. Eso lo hablé en terapia y la psicóloga me dijo que es normal luego del trauma que viví.
- ¿Creés que el daño psicológico fue mayor que el físico?
Sí, totalmente. Yo de la operación a los 20 días estaba recuperado. Pero de la cabeza no. Nadie ni nada va a poder borrarme lo que viví.
- ¿Soñás con esa noche?
Sí, tengo pesadillas. Muchas veces me despierto a la madrugada exaltado, asustado. Sueño con esa noche, no tanto con el hecho en sí pero sí con cosas relacionadas.
- Si pudieras volver el tiempo atrás, ¿qué cambiarías?
No iría al boliche. Si bien nosotros fuimos por un motivo justo, a divertirnos... te preguntás si vale la pena exponerte a semejante riesgo. Sé que a ese boliche nadie le va a hacer nada por más que los hechos se repitan. Hay violencia, discriminación y nadie hace nada.
- ¿Temiste quedar estéril?
Llegué a imaginarlo. Yo veo cómo ser padres les cambió la vida a mis amigos y si bien no estaba en mis planes, para un futuro sí lo contemplaba. Me recomendaron congelar el esperma porque con el correr de los años la posibilidad se va a reducir aun más.
- Cuando llegue el juicio seguro te los vas a cruzar...
No sé qué haría en ese momento. Se me pasan millones de cosas por la cabeza. Por suerte hasta ahora no me los crucé.De mi parte creo no haría nada, pero seguramente me iría mordiendo los labios.
- ¿Creés que ellos también desearían volver el tiempo atrás para no hacer lo que hicieron?
Sí, creo que deben pensar igual. Más que nada por la condena social. La gente los criticó mucho y además para nadie es lindo quedarse sin trabajo. Quiero creer que quedaron tocados y si pudieran volver el tiempo atrás no harían lo que hicieron.
- ¿Qué debería pasar para que sientas que se hizo justicia?
Que vayan presos. Pero también me gustaría una justicia mayor, porque no son solo estas dos personas las que golpean a los chicos adentro de una comisaría. Me gustaría que se regule más. Tendrían que ir más arriba. Debería haber tratamiento psicológicos, porque es un trabajo muy estresante. Con el correr de los años eso te afecta, no te afecta el primer día. Estaría bueno que haya chequeos periódicos para ver si esas personas están aptas psicológicamente para portar un arma.
- ¿Cuánto tiempo te costó volver a salir?
Bastante, de hecho casi no salimos. Si lo hacemos vamos a la zona. A ese lugar no volvería nunca más. Sé que mucha gente también dejó de ir.
Cuando la violencia es institucional
"Este tipo de prácticas no pueden ser pensadas como transgresiones individuales -que pueden aparecer pero sólo en casos marginales- sino que debemos pensarlas como prácticas que de forma sistemática están presentes en el accionar público. Aún cuando el origen y la genealogía de estas prácticas resultan complejos de establecer, indudablemente la impronta del accionar represivo de la dictadura cívico militar no puede dejar de tenerse en cuenta", expresa un párrafo la publicación oficial titulada Los Derechos Humanos Frente a la Violencia Institucional, presentada por el Ministerio de Educación.
Apoyado en esto, el reclamo de Fernando Saire es legítimo: que el accionar de la Justicia no se quede solamente en condenar a los policías que lo golpearon sino también ir más allá e involucrar a una institución que -según la misma publicación- no lograr "comprender cuál es su rol en la sociedad y que probablemente se guíen desde la impunidad y el autoritarismo".
Fernando Saire fue a bailar a un boliche, a divertirse y festejar el cumpleaños de un amigo. En su relato cuenta que fueron maltratados y echados de ese local. Por ello fue a realizar una denuncia a la sede policial.
Fue allí que en lugar de encontrarse con una institución que al menos recibiera su reclamo, terminó viviendo la peor noche de su vida. Una de sus amigas filmó con su celular porque sintió que se los estaba tratando de una manera injusta y ello desencadenó la violencia física.
A Fernando lo golpearon el sargento Diego Lencina y el cabo primero Gerardo Stefani. "Cuando me sacan al patio a los empujones, yo me caigo. Cuando estaba en el suelo alcancé a ver la patada que venía a mi cabeza y por suerte llegué a taparme con un hombro. Muchas veces me pregunto si estaría vivo si no hubiera reaccionado a tiempo", cuenta el joven que asegura que las imágenes del asesinato de Fernando Báez Sosa le hicieron revivir una vez más el calvario de ser golpeado en el suelo en situación de indefensión.
La violencia fue tal que a Saire debieron llevarlo al Hospital para ser tratado por los golpes. Una o varias de las patadas que recibió le destruyó un testículo, que debió ser extraído en una operación. Más tarde, un espermograma le reveló una considerable disminución en su fertilidad.
Sin embargo, la fiscal de la causa -Silvana Quaglia- consideró que se trató de lesiones graves, y no gravísimas, lo que significaría una condena no excarcelable.
Se espera que en abril la causa sea elevada a juicio. Mientras tanto los policías permanecen separados de la fuerza.