Artritis reumatoidea: la vida de Analía y Vanesa, dos historias de superación
Ambas sufren de esta enfermedad autoinmune que impacta a nivel físico, emocional y laboral afectando la calidad de vida, por eso para controlarla es muy importante la detección temprana.
Por Isabel Fernández
El cotidiano acto de abrir un frasco, girar una manija o retorcer ropa se convierten en un sufrimiento por el profundo dolor. La artritis reumatoidea daña el revestimiento de las articulaciones y causa una inflamación dolorosa, afectando el movimiento del cuerpo.
Esta enfermedad no tiene cura y puede provocar discapacidad ya que en los casos graves puede causar deformidad en las articulaciones. Las personas que la sufren suelen tener problemas para trabajar e incluso en su vida social. Por eso para evitar que avance es clave realizar un diagnóstico a tiempo y llevar adelante el tratamiento.
Analía Verónica Ludueña de 39 años y Vanesa Padilla Quinteros de 36, -dos mujeres de nuestra ciudad-, aprendieron a lidiar con el dolor. Analía desde muy chica, a los 5 años, cuando el dolor en sus articulaciones no le permitía jugar, la enfermedad de a poco la fue incapacitando impidiéndole volver a caminar y deformando sus manos.
Vanesa en tanto, se encontró con la enfermedad hace dos años, cuando el dolor intenso no la dejaba llevar adelante su trabajo con tranquilidad en una clínica de la ciudad.
Ambas, con mucha fortaleza enfrentaron a la artritis reumatoidea, y a pesar de las consecuencias, no se dieron por vencidas y siguen adelante haciendo lo que más les gusta. En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO relataron sus historias para ayudar a que más personas conozcan sobre esta patología y se diagnostique a tiempo.
"No darse por vencido"
La artritis atacó el cuerpo de Analía, avanzó y no la dejó volver a caminar, además de deformar sus manos. Pero eso no le impidió superarse, especialmente en el trabajo manual. Mientras tejía mantitas a dos agujas para ayudar a los que menos tienen en el Superdomo, en la campaña "Al frío le ponemos corazón", relató cómo es su día a día con la enfermedad afirmando que "lo importante es no darse por vencido".
"Era chica, lloraba mucho y no quería caminar. Me dolían y me quemaban las articulaciones de la rodilla, recuerdo a la noche estar acostada y que pedía que me saquen la sábana porque hasta eso me molestaba", recordó Analía.
"Primero iba a traumatólogos y me daban remedios pero no mejoraba, a los 6 años ya no podía caminar, -dijo- me acuerdo que en la escuela hacíamos la ronda y no aguantaba estar parada, las piernas no me sostenían, no tenía fuerza".
Es que a Analía le diagnosticaron la enfermedad recién a los 12 años. "Vivía en Laspiur y allá no había médicos especialistas. Al principio me decían que era capricho porque soy la más chica de cinco hermanos. Si a esta enfermedad la hubieran tratado a tiempo, con rehabilitación, no iba a tener problemas para caminar. No teníamos los medios para consultar a otros médicos y así fue que recién a los 12 años me diagnosticaron y fuimos al reumatólogo", contó.
Afirmó que cuando la diagnosticaron "estaba toda doblada, no podía levantar la cabeza ni estirar los brazos. Con el tratamiento mejoré mucho y comencé rehabilitación, eso me ayudó mucho, me iban a operar para intentar que pudiera volver a caminar, pero no pudieron hacerlo porque mis huesos crecieron muy chicos y no podían poner las prótesis. Así fue que quedé en silla de ruedas".
Ese tratamiento terminó con el dolor que sentía, al menos como el que tenía cuando era chica. "Ahora no siento dolor, tomo medicación pero es mucho menos que antes. Actualmente hago rehabilitación para mantenerme nada más", comentó.
Mantenerse activo
El dolor y la artritis no le impidieron seguir adelante y hacer todo lo que le gusta como tejer o hacer manualidades. "Nunca me di por vencida, lo que me gustaba lo hacía, dibujar, pintar o tejer. Todos se sorprenden de cómo puedo hacer tantas cosas, hago falso vitraux y también me dedico a tejer porque me enseñaron de chica de mis hermanos. Pero para mí no es un desafío, a mi me gusta hacerlo, lo hago y me sale", dijo Analía que es la presidenta de la Asociación Nehuén Mapú de artesanos independientes de San Francisco.
Finalmente recordó que actualmente "es mucho más fácil el tratamiento. Lo importante es no darse por vencido, siempre buscar tratamientos nuevos, mucha movilidad y hacer rehabilitación, mantenerse activo para no quedarse sin movimiento".
"Uno va acompañado siempre del dolor"
Vanesa Padilla Quinteros tiene 36 años y hace dos le diagnosticaron AR. Los primeros síntomas se manifestaron cuando estaba en su trabajo como mucama en una clínica y llegó el dolor.
"Había trabajado mucho y se me inflamó el dedo mayor de una mano, me dolía bastante y entonces consulté al traumatólogo, tomé antiinflamatorios pero el dolor no cedía. Por eso consulté a la reumatóloga que me indicó los análisis y los valores que tenía eran altos, ahí fue cuando recibí el diagnóstico. Tengo antecedentes familiares porque mi abuela tenía la enfermedad", contó Vanesa quien es colombiana y vive en nuestra ciudad desde hace ocho años.
Admitió que al principio fue difícil hasta que encontraron el medicamento adecuado para controlar la artritis y remarcó que es importante "consultar, hacer el tratamiento como lo indica el médico, buscar las alternativas para salir adelante y afrontar el dolor. Por otro lado creo que lo principal es aferrarse a Dios, tener fe y afrontar la enfermedad, es un tratamiento costoso".
Recordó que el dolor afectó seriamente su vida cotidiana. "Llegó un momento en el que no podía pararme del dolor, no podía vestirme y tenían que ayudarme , a hacer las cosas de la vida cotidiana -afirmó-. No me podía mover, lloraba, estaba muy cansada, entré en depresión, fue muy complicado".
"Uno va acompañado siempre del dolor. Es como tener un enemigo interno, porque el cuerpo responde de otras maneras y eso provoca estrés y depresión. A pesar de eso tengo que salir adelante porque soy joven y tengo un hijo", aseguró.
"Antes yo era más activa, más alegre y después me deprimí mucho. La artritis se me manifestó muy mal y sentía que mi cuerpo había cambiado -agregó-. Los dolores eran muy fuertes, sentía también rigidez, es algo terrible y te afecta en todo lo que hagas. Era terrible estrujar el trapo para la limpieza".
Añadió que actualmente con la medicación adecuada "tengo la enfermedad controlada, tengo un poco de inflamación pero no tengo dolor, aunque a veces tengo cambios de ánimo, pero me hace bien trabajar en la clínica y estar en contacto con otros pacientes".
"Es la condición que me tocó, sé que mi cuerpo es una bomba de tiempo, mientras tanto tengo que garantizarme un buen vivir, esto es hacer las cosas bien, luchar hasta donde el cuerpo me dé, tomar la medicación, controlarme. Con dolor o sin dolor, la vida sigue y lo importante es plantearse uno cómo quiere que siga, entonces hay que tener fe y voluntad de salir adelante, porque se puede, lo importante es no dejarse caer", finalizó Vanesa.
Dra. Evangelina Miretti
La importancia de un diagnóstico y tratamiento precoz
"Todo paciente que sufre de dolores articulares crónicos y más aún si nota tumefacción en alguna articulación, debería hacer una consulta con un reumatólogo a fin de descartar la enfermedad y en caso de padecerla comenzar un tratamiento precoz", aseguró la médica reumatóloga Evangelina Miretti (MP-32194/5; ME 16364) de la Clínica Regional del Este.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, la doctora Miretti explicó que se trata de una enfermedad reumática crónica autoinmune -es decir producida por anticuerpos creados por el mismo paciente- donde ocurre inflamación de las articulaciones, con hinchazón y rigidez articular, esto último la diferencia de otros procesos que ocasionan dolor como la artrosis por ejemplo.
Remarcó que el diagnóstico precoz "es fundamental ya que cuanto antes se instaure el tratamiento, mejor es el pronóstico de la enfermedad, y menores son las secuelas que se pueden ocasionar, y por lo tanto el grado de incapacidad".
Afecta a aproximadamente el 1% de la población mundial y es la más incapacitante de las enfermedades reumáticas.
"Se puede presentar a cualquier edad, desde niñez donde recibe el nombre de artritis idiopática juvenil, hasta la senilidad. El pico de incidencia es en mujeres desde los 45 a 55 años", explicó.
La doctora Miretti dijo que esta enfermedad afecta principalmente articulaciones periféricas -manos, pies, muñecas-, de forma simétrica, ocasionando dolor, hinchazón por la inflamación. "Puede haber aumento de temperatura local y enrojecimiento, y rigidez sobre todo después de un periodo de reposo, y puede generar secuelas crónicas como deformación articular o disminución permanente de la movilidad y función articular. Como la artritis reumatoidea a afecta todo el cuerpo -es sistémica- puede afectar otros órganos como nervios, corazón, vasos sanguíneos, pulmones o riñón", detalló la doctora.
El tratamiento frena el avance de la enfermedad
Es una enfermedad que no tiene cura pero tiene tratamiento que tiene como objetivo detener el progreso de la enfermedad y mantenerla inactiva, evitando así las secuelas de la inflamación persistente. "Actualmente gracias al diagnóstico precoz y a la existencia de nuevos tratamientos, la mayoría de los pacientes consiguen tener la enfermedad controlada desde etapas más tempranas y mantener así su calidad de vida", aseguró la reumatóloga.
"Hace muchos años, la enfermedad avanzaba irremediablemente y provocaba deformaciones e incapacidad inevitables, pero actualmente, con los tratamiento modernos se puede cambiar la historia natural de la enfermedad y evitar la mayoría de las secuelas que originaba anteriormente", aclaró la especialista.