Apertura a veces incierta
La distancia entre la cuarentena y su apertura es directamente proporcional a la carga dramática que supone la amenaza cierta de perder la fuente de ingresos familiares y directamente quedar sin trabajo.
Desde hace casi un mes, San Francisco y la región no presentan casos de coronavirus. Los informes del Ministerio de Salud de la provincia así lo atestiguan. Dan cuenta de que no existe circulación comunitaria del virus y que han sido efectivas las medidas restrictivas que se implementaron a partir de la instauración del aislamiento preventivo y obligatorio.
El último caso en San Francisco se conoció el 13 de mayo. Fueron solo tres en todo este tiempo. En el departamento San Justo se registraron 14 en total: además de los de nuestra ciudad, cuatro en Brinkmann, tres en Morteros, dos en Arroyito y dos en Marull. Como puede observarse, suena lógico que se haya ingresado en esta región en la fase denominada "distanciamiento social".
Sin embargo, son muchas aún las medidas restrictivas que se mantienen. Varias actividades laborales todavía no pueden reabrir sus puertas. Han presentado protocolos y reglamentos que cumplirían en principio con todos los requisitos exigidos por las autoridades sanitarias. Y se encuadrarían lógicamente en esta nueva fase de la cuarentena, ya dirigida a conseguir la apertura plena en algunas semanas.
No estamos hablando de las clases ni de los espectáculos públicos, por ejemplo. Las decisiones en este ámbito exceden al COE regional y a las intendencias. Sí de muchas actividades laborales que necesitan de manera urgente volver al trabajo: jardines maternales, gimnasios y varias más por el estilo. Se anuncia que algunas de ellas volverán en los próximos días. Otras, quizás deberán esperar más tiempo.
Y aquí asoma el problema central. El tiempo se ha extendido. Y la inactividad golpea fuerte. La posibilidad de cerrar fuentes de trabajo está cada vez más cercana. En algunos casos ya ha ocurrido. La distancia entre la cuarentena y su apertura es directamente proporcional a la carga dramática que supone la amenaza cierta de perder la fuente de ingresos familiares y directamente quedar sin trabajo. La angustia y desesperación que esto produce debe ser medida también por quienes parecen tener solo la preocupación de que no circule el virus, sin importar que otros males también ataquen la salud física, psíquica y familiar de las personas.
La apertura que se viene produciendo debe contemplar también alguna información que saque de la incertidumbre a los que aún no tienen permitido volver a trabajar. La política de contención y cuidado que se proclama frente a la pandemia tiene que tener en cuenta lo que sucede con tantas actividades que insisten en presentar protocolos de acción bajo los parámetros exigidos, pero obtienen como respuesta que hay que seguir esperando.
La incertidumbre también enferma. Y puede matar. Si no a personas, a muchas actividades y, por ende, a cientos de fuentes de trabajo.