Ana Paula y Nora, las dos únicas mujeres ingenieras electrónicas egresadas en 30 años
La mujeres protagonizan hoy el 10% de la matrícula en la UTN San Francisco, un porcentaje que fue creciendo desde 1988 cuando abrió en nuestra ciudad. Aseguran que hay falta de conocimiento sobre la carrera.
Las carreras de ciencias duras muestran una tendencia que no solo es local o regional, sino un fenómeno mundial: la pequeña proporción de mujeres que las cursan y menor aún, las que egresan. Son embargo, un dato alentador es que cada vez son más las mujeres que las eligen.
Un ejemplo concreto lo marca la carrera de Ingeniería Electrónica de la Facultad Regional San Francisco de la UTN, que ostenta una estadística reveladora: en 30 años, de los 120 estudiantes que se recibieron, apenas tres son mujeres. Y actualmente, diez cursan la carrera entre una población de cien estudiantes, con amplia mayoría de varones.
Otro dato indicador es que recién a 25 años de su creación, la carrera entregó su primer título a una mujer, Ana Paula Pascual. Y un año después, a Nora Brezzo.
Ellas sin dudas dejaron un sello en la historia de esta carrera en la UTN de nuestra ciudad, pero no solo por ser mujeres, sino también porque contra todos pronóstico, supieron encontrar su lugar en un rubro que de apoco se va despojando de la "tradición" machista. El logro les valió el reciente homenaje de la casa de altos estudios que celebró un nuevo cumpleaños de la carrera, que junto a Ingeniería Electromecánica, tiene hegemonía masculina.
"No conocen la carrera"
"Nunca me di cuenta que éramos las únicas dos mujeres egresadas de la carrera hasta que LA VOZ DE SAN JUSTO quiso hacernos esta entrevista", dijo entre risas Ana Paula, que egresó en 2013.
Y opinó: "Faltan mujeres porque las chicas no tienen idea de lo que es esta carrera". Y su colega asintió: "Es por eso que es raro ver alguna cursando". Nora obtuvo su título en 2014.
"Hay una cuestión cultural de porqué somos pocas y es porque no conocen la carrera. Cuando tienen que decidir qué estudiar, piensan en Abogacía o Contador Público", sostuvo Pascual.
El ingeniero electrónico se ocupa de diseñar, desarrollar, probar y supervisar la fabricación de equipos eléctricos, tales como motores eléctricos, sistemas de radar y de navegación, sistemas de comunicaciones, o equipos de generación de energía. "¡No arreglamos equipos de música!", expresó Ana Paula.
"Aunque la gente no lo crea, la Ingeniería Electrónica es una carrera transversal y la aplico en todo lo que hago, hasta en la vida, porque me sirve como persona y eso marca la diferencia. Cuando sos ingeniero, pensás diferente", dijo Brezzo.
Ana Paula Pascual: "Con materias llenas de ecuaciones en los primeros años de la carrera, te encontrás con tus fortalezas, que sos capaz de superar cualquier desafío, el miedo".
Sin prejuicios
Pascual y Brezzo ejercen la profesión a través de la docencia. La primera es profesora de la materia Física Electrónica, en la carrera de Ingeniería Electrónica, y la segunda dicta materias afines en un terciario de nuestra región.
Comparten la profesión con otros trabajos. Brezzo además es encargada del área de compras de Frigorífico San Francisco y Pascual se dedica al rubro de seguros, aunque hasta hace un tiempo, ejercía de manera independiente en el diseño de instalaciones eléctricas de baja y media tensión.
En tanto, no atribuyen su decisión de volcarse a la enseñanza a que en el mercado laboral de la electrónica no haya lugar para las mujeres. Derribando el mito del prejuicio, ellas tuvieron experiencias más que positivas a lo largo de sus prácticas profesionales y luego de egresar de la carrera y aseguran que nunca sufrieron discriminación.
Las mujeres representan poco más de la mitad de
la población mundial, pero pocas parecen inclinarse por las ciencias duras,
aunque va creciendo el interés. Un ejemplo de ello es la carrera de Ingeniería
Electrónica de la UTN local, donde de los 120 egresados en los 30 años que
lleva dictándose, apenas dos son mujeres. En
tanto, en 2018 las alumnas ya significan el 10% de la matrícula.
Sin embargo, la ingeniera reconoció que "no es fácil para la sociedad ver a una mujer en una fábrica y menos para tus pares hombres. En mi primera experiencia laboral en una fábrica, cuando daba mi opinión y me miraban con recelo, sabía responder con altura".
El buen trato también lo sintieron en el aula cuando eran estudiantes. "Jamás me sentí diferente. En clase, tanto para los profesores como para cualquier persona éramos Nora, Pedro y Juan. Nadie hacía la diferencia", graficó Brezzo.
"Mis compañeros de aula además fueron mis amigos. Cuando salíamos de clase me acompañaban a mi casa o si estudiábamos hasta tarde a la noche, también lo hacían. Eran muy caballeros conmigo", agregó.
Nora Brezzo: "La tenacidad es una capacidad intrínseca del género, porque inconscientemente tenemos que mostrar lo que tenemos que hacer".
El rol docente
Brezzo afirmó que en el aula, trata de darles a sus alumnos "las herramientas necesarias para ganarse el respeto de los colegas. El hombre y la mujer pueden ser tan buenos como malos, independientemente del sexo. La gente evalúa a la persona y respeta al que sabe. Y esa sabiduría y conocimiento te los da la carrera".
Una virtud que la entrevistada destacó de las ingeniaras mujeres es la tenacidad. "Es una capacidad intrínseca del género, porque inconscientemente tenemos que mostrar lo que tenemos que hacer. Tal vez un hombre lo deje pasar, pero nosotras necesitamos hacerlo sí o sí".
De todos modos, en el mundo laboral "un ingeniero recién recibido, sea hombre o mujer en cualquiera de las ramas, tiene que ganarse su espacio y respeto y no es fácil para nada", aportó Pascual.
Descubrir el potencial
La carrera de Ingeniería Electromecánica de la UTN tiene una duración curricular de cinco años y medio. "Los primeros son de pura matemática y física, pero ves algo de programación, técnicas digitales y las más específicas se cursan desde tercer año en adelante", explicó Pascual.
Análisis matemático, física, álgebra suelen sembrar temor por su complejidad, pero estas asignaturas tienen su lado positivo. "Con materias llenas de ecuaciones en los primeros años de la carrera, te encontrás con tus fortalezas, que sos capaz de hacer esas ecuaciones, de superar cualquier desafío, el miedo... La UTN te hace descubrir tus potencialidades", reflexionó.
Los alumnos de esta ingeniería se reciben en un promedio de ocho años. Tanto para Nora como para Ana Paula, motivos personales y laborales alargaron ese promedio. "Cuando retomé la carrera luego de interrumpirla durante un año por un problema personal, prioricé trabajar. Estas son decisiones que uno toma cuando te estás poniendo grande y pensás que va a ser difícil luego insertarte laboralmente", explicó Brezzo.
"Quería ingresar a una fábrica y la universidad me abrió las puertas. En ese momento elegí hacerme fuerte en mi trabajo y postergar el cursado", agregó.
Pascual hizo su cursado al día, mientras trabajaba en la actividad aseguradora y también hacía pedales eléctricos para las máquinas de coser Godeco, y luego llegaron proyectos independientes que junto a la docencia y la maternidad conspiraron para demorar el egreso.
Una elección de familia
Nora Brezzo nació en Altos de Chipión hace 36 años y creció entre las góndolas de un comercio de insumos para electricidad. Su padre hacía instalaciones eléctricas, arreglaba planchas y batidoras, bobinaba motores y otras tareas. Siempre más lejos de algún libro de literatura o lápices de colores, su sueño era "trabajar en la metalurgia. Quería estudiar Eléctrica o Mecánica, pero cuando llegó el momento, mi mamá quería que estudiase otra cosa que no sea ingeniería, ya que mi hermana había elegido Electromecánica. No entendía cómo dos mujeres querían estudiar ingeniería", recordó Nora.
En el año 2000 ingresó a la UTN y finalmente, a Electrónica. "Pensé que esta ingeniería me daría un futuro prometedor. El mundo sigue girando alrededor de los ejes pero nosotros, los electrónicos, los seguimos automatizando", indicó.
El caso de Ana Paula Pascual es diferente. Tras finalizar su secundario en la Escuela Normal Superior "Dr. Nicolás Avellaneda" en la especialidad Ciencias Sociales, los test de vocación le dieron tres opciones: tecnología, lengua extranjera y cálculo. Y ella resumió su elección en ingeniería. "Cuando vine a UTN pensé en Sistemas pero mi hermano (estaba en tercer año de Electrónica), me decía que esta carrera era el futuro y entré sin saber lo que era y después me apasionó", contó.