Ana María Bovo: el desafío de “no perder el reino de la mirada”
Con el espectáculo "Pintar mi aldea", la narradora y actriz sanfrancisqueña se presentará este sábado en el Teatrillo Municipal, en el marco de la Feria del Libro. En diálogo con este diario expresó sus sensaciones en torno a esta propuesta cultural y reflexionó sobre el proceso creativo que lleva adelante para dar vida a sus historias.
En abril del año pasado, cuando se comenzaba a vislumbrar el fin de las restricciones por la pandemia, le dijo a este diario que "ser sanfrancisqueña es la identidad primera, porque es el lugar de donde vengo, de mis raíces". San Francisco es su "aldea". Y, en el marco de la Feria del Libro, Ana María Bovo se propuso "pintarla".
La narradora y actriz sanfrancisqueña se presentará en el Teatrillo Municipal este sábado a las 21.30. Antes, en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO aseguró sentir "orgullo" por proponer "una charla espectáculo donde voy a pintar mi aldea, aludiendo a aquello que decía Tolstoi de que, si pintas tu aldea, pintarás el mundo".
Palabras que se hacen imágenes le cantan al lugar donde nació. Pintura singular que se convierte en universal a través de una cartografía de recuerdos e historias sucedidas en lugares concretos, en los que transcurrieron vidas y experiencias cercanas. "Mauricio Kartun, el gran dramaturgo nacional, dice que hay que armar historias con arcilla del propio río, del propio terruño, que es lo que otorga singularidad a lo que se escribe", afirmó.
A partir de allí, de esa característica distintiva, Ana María Bovo reflexionó sobre su proceso creativo y explicó cómo enfrenta -y supera- el desafío de "no perder el reino de la mirada" para que "todo lo sensorial esté presente".
- ¿Qué significado tiene para Ana María Bovo participar en la Feria del Libro de su propia ciudad?
En el marco de la Feria del Libro es la primera vez que formo parte. Me complace muchísimo ser parte de una red de autores y autoras que estarán presentes. También me da orgullo proponer una charla espectáculo donde voy a pintar mi aldea, aludiendo a aquello que decía Tolstoi de que, si pintas tu aldea, pintarás el mundo.
“En el ámbito cultural hay en la ciudad una movida muy interesante y se le está dando participación a gente joven
- ¿Cómo se consigue "pintar" la aldea?
Yo he obtenido de esta ciudad y de su entorno un material narrativo que fluye en mi literatura escrita y en mis relatos orales. Que me provee todo el tiempo desde la memoria y la inteligencia. Porque la inteligencia creadora funciona cuando uno reelabora un recuerdo y puede volverlo gesto, palabra, poesía. No es solo el relato anecdótico de un recuerdo, sino que hay que depurarlo para que se vuelva interesante para personas que no han compartido la misma situación. Es decir, volverla de interés literario para otros. A mí me interesa mucho y nada me conmueve tanto como hablar de mi ciudad. Cuando actúo en Buenos Aires, en España, en las Islas Canarias, en Montevideo, en Santiago de Chile, yo digo siempre "en mi ciudad natal". Y aquí no va a ser necesario. Rescato desde el club El Tala, las kermeses. En la cuadra de mi madre la fisonomía sigue siendo la misma. Podría entonces decir quién vivía en cada casa. No es que todo tiempo pasado fue mejor, pero hay algo de la fisonomía que se conserva, que es un contraste entre pasado y presente.
- Atendiendo a la realidad de hoy, ¿puede esa percepción de la aldea ser comprendida por los más jóvenes?
Tendremos que dejar pasar el tiempo para ver cómo han percibido ellos su espacio, su ciudad, sus calles. Me da la sensación de que en el ámbito cultural hay en la ciudad una movida muy interesante y se le está dando participación a gente muy joven. Los chicos tendrán un lenguaje distinto que el nuestro. Y tendremos que aprender también.
-Una Feria del Libro supone palabra escrita. Pero la literatura oral existe...
La literatura oral fue el origen. Primero fue la palabra en el aire desvirtuada por el propio aliento, el sonido del viento, de los pájaros, con el crepitar del fuego. Y luego sobrevino la literatura y más tarde la imprenta. Hay una cosa muy interesante que dice la autora española Carmen Martín Gaite: cuando somos niños, antes de ir al colegio, si nos decían tren, pintábamos un tren, cuando nos decían sol, pintábamos un sol. Así también un camino, una casa. Pero cuando empezamos el colegio, comienzan a crecer entre esos sustantivos, los adverbios, los verbos, los artículos que no se pueden dibujar. Poco a poco se va levantando una muralla entre el reino de la palabra y el reino de la mirada. A mí lo que me interesa, con todas las cualidades que ofrece la lectoescritura y la literatura, es lograr un punto de inflexión para no perder el reino de la mirada. Para que todo lo sensorial esté presente.
“Tomo mucho de los sistemas narrativos del cine para contar”.
- ¿De qué manera se logra ese equilibrio?
Hace poco hice un curso con el maestro Mauricio Kartun, el gran dramaturgo nacional. Él dice que hay que armar historias con arcilla del propio río, del propio terruño, que es lo que otorga singularidad a lo que se escribe. Entonces yo he aprendido a valorar ese lenguaje primero y luego enriquecerlo. También aprendí los tiempos de la oralidad, el aliento que te obliga a frases cortas porque tenés que pensar o respirar o recordar. Eso, replicado en la literatura, requiere otra puntuación. En mis novelas he trabajado mucho con el ritmo de lo oral, con el mundo de lo sensorial, por supuesto respetando el léxico que me exige la literatura escrita.
- Es posible imaginar un arduo proceso creativo...
Yo comienzo mis relatos y mis novelas hablándolas. Las grabo, las grabo y las depuro, las depuro hasta que creo que están listas para ser transcriptas a la literatura. Y luego las vuelvo a decir oralmente. Voy y vengo por el puente que une a la oralidad con la escritura. Aprendí a combinar los sistemas narrativos de la escritura, la oralidad, el cine, el teatro. Tomo mucho de los sistemas narrativos del cine para contar. Porque el cine tiene una agilidad para el relato donde, por ahí, en 30 segundos ocurren una gran cantidad de cosas. En cambio, la literatura se toma sus tiempos. A mí me interesa combinar los tiempos literarios con los sistemas narrativos del cine. Que sea ágil, que sea rico en el lenguaje, que no pierda la belleza en la expresión. Pero que tenga la agilidad narrativa del formato cinematográfico.
- Con esas características del relato, ¿cómo se presentan las descripciones?
En el caso de las descripciones es muy particular. Yo no me puedo tomar el tiempo de describir con minuciosidad un árbol, que merece ser descripto con la profusión de adjetivos que amerite, si no tengo ese árbol ya en un paisaje donde hay personajes y donde se presenta un conflicto. Por ejemplo: no veía la hora de llegar hasta la sombra del único árbol del camino. El árbol es frondoso, de ramas anchas, pródigas. Pero yo presenté a personajes que necesitan de ese árbol. Entonces, en mi modo de narrar, describo el árbol cuando cumple una función dramática, cuando es necesario para la historia. Aprendí eso del cine. Porque en general la literatura presenta primero la descripción y luego el personaje que va a estar a la sombra.