Actitud y esfuerzo: madre e hija levantaron su casa
Arquitectas de vida. Con la ayuda de un familiar que las guió desde el principio, Claudia Melano y su hija Antonella fueron artífices de su propia casa, la cual construyeron en barrio La Milka con ayuda también de amigos y vecinos.
Por Ivana Acosta
Sin albañiles, ni recursos materiales o económicos que sobraran, Claudia Melano (37) un día miró dentro de su alma y a los ojos de su hija Antonella, y supo cómo debía ser su vida. Solidaria al extremo de juntar y dar a otros lo que a ella le hacía falta, nunca dudó ni de su fe ni de su trabajo social y tampoco de que construiría -así tuviera que hacerlo ella misma- su casa propia que hoy levanta en barrio La Milka.
A pocas cuadras vive su primo José Luis, quien le brindó su apoyo y tiempo extra desde los últimos meses del 2017, para que Claudia pudiera, al menos, tener una habitación y un baño propio y así dejar de pagar un alquiler.
La mujer tomó la decisión de construir su casa luego de atravesar situaciones difíciles y sortear obstáculos desde joven. Consensuó con su exesposo donarle a la hija en común el terreno que habían logrado comprar y allí, tras haber dado vuelta la página, "cimentó" su propio destino.
Nuevos cimientos
Hace seis años, Claudia decidió separarse de su esposo y padre de Antonella, su hija de 9 años. "No fue nada fácil, me tomó unos ocho meses reorganizarme. A mi familia le costó aceptar que iba a separarme pero yo no podía ser feliz en una vida llena de monotonía; en el primer año sucedieron cosas negativas", comentó en el inicio de la charla con LA VOZ DE SAN JUSTO.
Su mundo se redujo a trabajar, juntar dinero para pagar cuentas y otorgarle bienestar a su hija. Asimismo venía de sufrir una parálisis en el cuerpo que afectó su lado derecho y le impidió moverse con facilidad durante algunos meses. Pese a todo eligió "tener fe, creer y seguir adelante" -afirmó- con sus nuevas metas.
"En aquel momento teníamos el terreno, habíamos hecho los cimientos con mi pareja, pero seguí alquilando una casa para tener donde vivir. Mis padres me dijeron que vuelva con ellos, pero si yo me fui a los 18 años porque me quise independizar no iba a retroceder, no podía darle mi peso a otro", contó. "Tampoco iba a volver con mi marido, es una situación que muchas mujeres pasan", agregó.
Aprendió a reconstruirse a sí misma para poder planear lo que vendría en el futuro. Muchos consideraban que su decisión, quizá, fue apresurada: "A quienes no creían en mi decisión les dije que por cada no de ellos, yo iba a intentar lo contrario".
Con la fe
a cuestas
Mientras Claudia reorganizaba su vida y la de Antonella, seguía pensando en el terreno que habían comprado con su esposo: "Estábamos en la duda si vendíamos con el papá de mi nena, entonces pensamos en donárselo a nuestra hija porque uno nunca sabe si formará pareja o no en el futuro. De mi parte, yo no me quise exponer a eso en una sociedad donde los valores se pierden", expresó, mientras su vista recorría los rincones de una casa donde depositó todas sus esperanzas.
Esa donación implicó hacer un gasto más que era ponerse al día con los impuestos municipales y provinciales adeudados, pero Antonella valía ese sacrificio. De todas maneras, la incógnita seguía, ¿qué hacer ahora, cómo construir y con qué recursos?
"Un día vinimos con ella a limpiar, había de todo tirado. Desde tejido, ropa, cubiertas, yuyos, escombros. Eso nos llevó alrededor de tres meses", sintetizó.
En el lugar también pudieron rescatar algunos ladrillos dado que habían empezado a realizar los cimientos, pero les fue imposible avanzar a Claudia y a su expareja. Además tenían los planos de la futura casa y luego de un tiempo pudo pagar la deuda y obtenerlos.
Los problemas siguieron, no había muchos más fondos económicos que los necesarios para pagar el alquiler y alguna vez incluso le cortaron la luz, sin embargo, la fe siempre la acompañó y la tenacidad también.
Imposibilitada de obtener un crédito, planificó cómo financiar y edificar la casa sola. "Le dije a Antonella que empezáramos nosotras y ella dijo que sí. Creo que al principio lo tomó como un juego y siempre me decía que quería un baño grande, porque en la última casa donde vivimos había uno así. No sé bien que habrá pensado cuando le dije eso pero ella ayudó siempre", explicó.
Madre e hija recibieron ayuda de vecinos, amigos y el apoyo de su primo José Luis para levantar la casa en la cual hoy residen
Amigos y familia
Con el deseo a cuestas, Claudia y su hija empezaron a construir la casa. En el medio llegó el primo de la mujer que vive a pocas cuadras. José Luis es constructor y un hermano más para esta jefa de familia.
Claudia cavó y juntó tierra para levantar el terreno y hacer el contrapiso después. "Los vecinos me ayudaron con la luz y lo siguen haciendo, me daban agua y hielo, se solidarizaron en todo momento para que pudiéramos de noche seguir trabajando.
Recuerdo que el día que techaron llegó a haber 16 personas que colaboraron para terminar, aunque hacía frío y había llovido. Pero ellos se quedaron para que no se raje la loza que era lo que iba a pasar si parábamos", subrayó.
José Luis llegaba de trabajar y se dirigía al terreno de su prima; ahí ya estaban Claudia y Antonella trabajando como podían y aguardando nuevas indicaciones.
"Vinimos en Pascua (mudanza), lo hicimos por un tema de fe, yo soy cristiana desde siempre y me crié en una familia - son cinco hermanos - así. Vengo de una familia de escasos recursos donde todo siempre fue un gran sacrificio", indicó y en todo momento agradeció la ayuda de su primo.
Hay más luchando
Claudia considera que no debe ser la única mujer que siendo separada tiene el deseo de tener su propia casa, ganar independencia y tener un trabajo que le permita vivir dignamente junto a sus hijos.
Tampoco es la única a la que le tocó separarse y trabajar "de lo que encontró", como dice, y contar con el vital apoyo de su fe para seguir adelante. A ellas les dejó también un mensaje con palabras: "Yo siempre tuve en claro que era lo que quería hacer, siempre estudié, me capacité, trabajé en casas, vendí seguros, en una fábrica de peluches, costura; lo que saliera yo lo estudiaba. Por eso a las mujeres que pasan por lo mismo les digo que con dignidad y esfuerzo todo se puede lograr, transmitiendo valores como base fundamental a nuestros hijos y prepararlos para cualquier desafío que la vida les pueda deparar, no se rindan", expresó.
A veces dicen que somos prisioneros de nuestras propias palabras, Claudia transmitió esas actitudes a hechos y encontró la forma de rearmarse a ella misma, parte por parte, ladrillo a ladrillo, coronándose como una arquitecta de su propia vida.