A 68 años del sufragio femenino, en una elección bien peronista
Tardó en llegar, pero a mediados de siglo XX, se concretó uno de los reclamos históricos más intensos de la historia feminista argentina: aquel que consagraba a las mujeres como ciudadanas con derechos cívicos y políticos.
Siete décadas atrás, las mujeres argentinas lograban el 11 de noviembre un hecho histórico: participar de las elecciones generales a nivel nacional, provincial y municipal. Hoy, con un entrante gobierno populista de fondo, resulta importante recordar el inicio de un camino de empoderamiento femenino que parece no tener fin.
Tardó en llegar, pero a mediados de siglo XX, se concretó uno de los reclamos históricos más intensos de la historia feminista argentina: aquel que consagraba a las mujeres como ciudadanas con derechos cívicos y políticos. Años de revolucionaria lucha, encabezada por militantes socialistas y feministas, acompañados de breves destellos de experiencias y proyectos que terminaban encajonados culminaron en un logro histórico durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón: la sanción y promulgación de la ley 13.010.
Con la promulgación de la ley del voto femenino el 23 de septiembre de 1947, no sólo se había logrado que participaran activamente. Conjuntamente, obtuvieron el derecho a ser elegidas dejando atrás una obsoleta Ley Sáenz Peña, que establecía el voto secreto y obligatorio sólo para los hombres mayores de 18 años, nacidos en Argentina y residentes en alguna de las provincias existentes en ese entonces.
La famosa "Ley Evita", que proclama el nombre de quien estuvo al frente de los derechos de las mujeres y fundó el Partido Peronista Femenino, se convirtió en una realidad. Tras tres años de intenso empadronamiento, un 11 de noviembre de 1951 más de 3.500.000 mujeres votaron en el país.
Algarabía peronista
Tal como dispone el artículo 4 de la ley 13.010, las mujeres debían empadronarse para poder depositar su voto en las urnas, en las elecciones de 1951. En nuestra ciudad, un arduo procedimiento se desplegó para tramitar la famosa "libreta cívica", un documento de identidad de valiosa importancia que le daba status civil a las mujeres.
Antes de eso sólo disponían de una partida de nacimiento, diferente a la situación de los hombres, que a partir de 1910 con la Ley Sáenz Peña debían enrolarse a los 18 años para registrarse obligatoriamente al Servicio Militar.
Arturo Bienedell, director del Archivo y Museo Gráfico de la ciudad, recuerda esos años de empadronamiento de las mujeres como "algo intensos". Manifestó que "fue un proceso tedioso, porque en esos momentos nada era digital". La movida empezó en 1948 y se extendió hasta poco antes de las elecciones que consagraron por segunda vez a Perón. "Muchas mujeres obtuvieron su libreta cívica con alegría, porque se había logrado una conquista sin escrúpulos para el sexo femenino", agregó en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
El padrón se doblegaba en números y esa extensión alcanzó también a los partidos políticos, que se volvieron receptivos a las mujeres. Las unidades básicas se convirtieron en un núcleo de acatamiento del género femenino, que comenzó a involucrarse cada vez más en la militancia ante los pedidos de adhesión por parte de los partidos.
"Yo jamás me adherí a ningún partido ni fui a convocatorias partidarias" cuenta María Elisa Uriburu, más conocida como "Ñata". Con sus 91 orgullosos años al hombro, relata a LA VOZ DE SAN JUSTO lo que aún recuerda de esa época: "si bien no me involucré activamente, en mi casa siempre se respiraron aires de política, ya que mi papá, peronista expreso, venía de ese palo".
Los ojos se le llenan de emoción al rememorar ese día que quedaría en la historia de las mujeres argentinas. Ñata no recuerda con exactitud en qué escuela depositó su voto, pero sí que fue a votar con alegría y convicción, acompañada de su madre. "Yo ya iba, firme, sabiendo a quién meterle un voto en la urna", expresa con seguridad.
De familia peronista, Ñata fue una de las tantas mujeres de nuestra ciudad que aportó para la reelección de Juan Domingo Perón, nada más y nada menos que el candidato que había logrado cumplirles el sueño de involucrarse en la vida política. En nuestra ciudad, la diferencia a su favor fue amplia y los ejemplares de La Voz de San Justo lo testifican.
En la edición del trece de noviembre de 1951, dos días después de la elección, se publicaron los resultados provisionales. Un 60% de las mujeres que votaron lo hicieron por el peronismo, tanto a nivel nacional, provincial como municipal, mientras que un repetido 37% en las tres instancias apostó al radicalismo. En la ciudad resultó electo Miguel Visconti, quien se impuso al radical Atilio Oldrino y al demócrata Eugenio Odetti.