Noticias falsas en todos los ámbitos
El fenómeno de las denominadas "fake news", está alcanzando en este tiempo una magnitud que debería preocupar a la ciudadanía y ocupar a quienes tienen alguna injerencia en el tema. El problema central es que ya se diseminan por todos los ámbitos de la vida. Y no parece encontrarse antídoto por el momento.
El fenómeno de las denominadas "fake news", noticias falsas en nuestro idioma, está alcanzando en este tiempo una magnitud que debería preocupar a la ciudadanía y ocupar a quienes tienen alguna injerencia en el tema. No para censurar ni ocultar. Sí para generar un debate abierto y sincero que le permita a la gente conocer mecanismos propagandísticos que no son muy transparentes y que merecen la repulsa social por tratarse de proyectos de manipulación inadmisibles.
La comunicación política de estos tiempos está signada por un intensivo uso de las plataformas digitales. Entre ellas, las redes sociales son las herramientas más utilizadas para difundir todo tipo de mensajes falsos. La discusión en el mundo pasa por si las empresas proveedoras de estos servicios deben generar algoritmos que permitan detectar la falsedad de una información o bien advertir sobre la posibilidad de que así lo sea. Sin embargo, todavía resta mucho tiempo para tener certeza total sobre el funcionamiento de estos mecanismos.
De este modo, buena parte de la población se ve sin defensa frente a este fenómeno, en especial la que se encuentra más vulnerable por pertenecer a una franja etaria determinada (adolescentes y ancianos son los más afectados según los estudios), por vivir situaciones socioeconómicas y culturales difíciles o bien por consumir solo datos que coincidan con su visión de la realidad recortada por el fanatismo político.
Un estudioso norteamericano del asunto, H.R. Venkatesh, hace un paralelismo más que interesante: "Las noticias falsas se parecen a un cáncer de rápido crecimiento. Tienes que observar muy detenidamente para detectarlo, pero una vez que lo haces, te das cuenta de que se ha extendido por todas partes. Al igual que algunas variantes agresivas de la enfermedad, puede infectar sin haber sido diagnosticado, y hacer una desagradable metástasis".
Sin ser un fenómeno nuevo en la historia de la comunicación humana, adquiere hoy una relevancia sustancial en virtud de la revolución tecnológica que determinó la irrupción de instrumentos de acceso a la información como nunca antes en la historia del hombre. Y lo que parecía una cuestión limitada al ámbito político, se extiende a otros sectores de la vida social con igual rapidez y riesgo. Basta recordar los audios que circularon por teléfonos móviles en los que se advertía sobre la posibilidad de que un lote importante de una gaseosa conocida mundialmente estuviese contaminado con soda cáustica. Lo mismo puede suceder, y de hecho mucho más de lo que se piensa, con la difusión de "fake news" que agredan la dignidad y la reputación de las personas.
Las noticias falsas Son hoy un instrumento de manipulación, cuyo poder radica en que muchas contienen una porción de verdad que las hace creíbles. Forman parte de estrategias comunicacionales que abrevan en los estudios de psicología social más profundos, que la predisposición inicial de quienes las reciben. Se coincide luego que esto último es lo que hace que la gente algunas veces se niegue a creer que una historia es falsa.
El problema es que ya se diseminan por todos los ámbitos de la vida. Y no parece encontrarse antídoto por el momento.