La mediocre burbuja política
La Cámara de Diputados fue el escenario de un nuevo escándalo entre el oficialismo y la principal fuerza de la oposición. Si no son capaces de ponerse de acuerdo en las formas, ¿cómo puede suponerse que lograrán consenso en los temas de fondo? Acentuando la discordia se refleja la mediocridad alarmante de la hace ostentación nuestra dirigencia en un tiempo tan complejo y angustiante.
En un clima de tensión llamativo, la Cámara de Diputados fue el escenario de un nuevo escándalo entre el oficialismo y la principal fuerza de la oposición. El motivo: la falta de acuerdo para prolongar el modo remoto en las sesiones del cuerpo legislativo. La primera minoría, junto a algunas fuerzas menores, consiguió habilitar la continuidad del sistema telemático, mientras los diputados de Juntos por el Cambio proclamaban que llevarían el tema a la Justicia porque considera inválida la última sesión. Al mismo tiempo, desde uno y otro bando se disparaban acusaciones cruzadas con epítetos de grueso calibre.
De esta manera, el Congreso de la Nación se está transformando en un escenario en el que el surrealismo parece haber anidado. Situaciones y declaraciones increíbles buscaban arrimar agua al molino propio, ante la sorpresa de una sociedad que parece resignada a observar cómo algunos dirigentes políticos de peso viven en una "burbuja", preocupados por temáticas distantes de los problemas acuciantes y dramáticos que los argentinos sufren cotidianamente.
Hace ya mucho tiempo, José Ingenieros escribió que "hay épocas en que el equilibrio social se rompe a favor de la mediocridad. El ambiente se torna refractario a todo afán de perfección, los ideales se debilitan y la dignidad se ausenta; los hombres acomodaticios tienen su primavera florida. Los gobernantes no crean ese estado de cosas: lo representan." Esta frase del libro "El hombre mediocre" refleja el actual estado de cosas en la política argentina. El escándalo de la Cámara de Diputados evidencia la sobresaliente mediocridad del debate y el alejamiento profundo con la ciudadanía. Por lo que mostraron los diputados nacionales de todos los partidos, la agenda de temas de la dirigencia está muy lejos de la de la gente.
Es que están librando una batalla política que en nada se condice con la realidad social. En medio de las restricciones interminables y de las penurias económicas, los bloques políticos en Diputados avivan el conflicto, desdeñan el diálogo. Consiguen así afianzar la idea de que el verdadero interés está en fortalecer sus posiciones de poder y especular para llegar mejor parados a la elección de medio tiempo. Desde una mirada un tanto más "optimista" podría decirse que el revuelo que generaron es parte de la pelea por el proyecto de reforma de la Justicia Federal. No obstante, aun admitiendo este último argumento, la actitud de la dirigencia política se mantiene apartada de las prioridades que deberían atenderse.
Todas las explicaciones que los voceros de los distintos bloques ventilan frente a cualquier micrófono que se le cruce en el camino no alcanzan para elevar la pobreza de un debate que daña al Congreso y repercute negativamente en la sociedad. Si no son capaces de ponerse de acuerdo en las formas, ¿cómo puede suponerse que lograrán consenso en los temas de fondo?
La verdadera política no se ejerce de este modo. Acentuando la discordia se refleja la mediocridad alarmante de la hace ostentación nuestra dirigencia en un tiempo tan complejo y angustiante.